De vez en cuando, me gusta volver a pensar en mi experiencia como estudiante de preparatoria. Rastrear por mis recuerdos como estudiante de preparatoria, me ayuda a ser un mejor maestro de preparatoria porque adopto las buenas prácticas que mis maestros implementaron en el aula y evito prácticas que no disfruté como estudiante. Afortunadamente, he experimentado un año positivo con mis alumnos, y atribuyo los éxitos que hemos experimentado en mi clase, a mi constante recuerdo de mis propias experiencias como estudiante de preparatoria.
La huelga de maestros en Los Ángeles y la movilización llamada sick-out de los maestros de Oakland, me han llevado a pensar en mi experiencia como estudiante del 11 grado en Historia de EE. UU. donde tuve tres maestros diferentes para ese curso en un solo año. El primer mes de clases, un profesor sustituto, me enseñó y se preocupó menos por el material y más, por el contenido de su teléfono. El primer mes en Historia de EE.UU. AP fue inútil. Recuerdo sentarme con mis amigos en un rincón del salón de clase, enviando mensajes de texto y teniendo conversaciones sobre todo, excepto, de Historia de EE. UU. Está sustituta abandonó nuestra clase después de un mes, porque no le gustaba hacer un trabajo, por el que no le pagaban, ella era nuestra consejera de colegio, no una maestra.
El segundo mes del año escolar, nos unió un gran maestro. Era un ex director de la escuela que decidió volver a la enseñanza, porque extrañaba interactuar con los estudiantes. Realmente lo aprecié y todo lo que él trajo al aula. Nos enseñó AP Historia de EE. UU. durante el primer semestre, pero se fue después del segundo semestre porque su filosofía de enseñanza, no se alineaba con la de nuestra escuela. En nuestro segundo semestre de Historia de EE. UU. AP, nos enseñó una tercer maestra que hizo todo lo posible por prepararnos para el examen, pero cuando llegó, la mayoría de los estudiantes de mi clase tomaban la clase como una broma porque habíamos experimentado tantos maestros diferentes en un solo año. Si los maestros no se quedaban todo el año, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?
La huelga y el sick-out en Los Ángeles y Oakland, me hicieron preguntarme cómo los estudiantes están percibiendo su experiencia en las clases este año. Los maestros en ambas ciudades luchan por demandas vitales y trascendentales, que impactan tanto a los estudiantes, como a los maestros; sin embargo, no puedo dejar de pensar en todos aquellos estudiantes que se han sentado en un gimnasio, o en una cafetería, mirando películas, esperando el final del día escolar. Como estudiante que experimentó una falta de coherencia en el aula, no puedo deshacerme del sentimiento de culpa que ahora experimento como educador. Desearía que las juntas escolares de ambas ciudades, reaccionaran y respondieran a las demandas de los maestros sin doblar los brazos de los educadores hasta el punto de tener que salir del aula para ser escuchados. Los maestros han recurrido a caminar bajo la lluvia y lanzar rutinas fuera de lugar, solo para transmitir un mensaje.
Necesitamos una reforma educativa, y eso es más evidente ahora que nunca. Es inaceptable que la educación diaria de los estudiantes, esté en peligro como consecuencia directa de la incapacidad de los adultos para comunicarse y comprometerse dentro del sistema educativo. Las familias se ven agobiadas por los verdaderos obstáculos financieros que resultan, de que los maestros salgan del aula durante largos períodos de tiempo. Con el nuevo acuerdo tentativo que han alcanzado los maestros y la junta directiva de LAUSD, esperamos que los maestros puedan regresar, y brindarles a los alumnos recuerdos significativos en el aula. Espero que los estudiantes actuales de LAUSD y OUSD, puedan recordar este momento dentro de 10 años a partir de hoy, y decir que estas protestas valieron la pena, porque de lo contrario, hemos llenado a nuestros hijos con los recuerdos de un maestro desaparecido y, sé de primera mano, el dolor de esos recuerdos.