Su Sueño es “Empoderar a los Homies”, No Demonizar.

César A. Cruz, de Oakland, California es uno de los Bridge Fellows de TNTP de 2016. Durante su beca, César busca explorar cómo la forma de ver, la etiqueta y pensar en los hombres jóvenes de color, afecta nuestro enfoque en apoyarlos. César prevé una comunidad de educación alternativa para nutrir a los estudiantes con dificultades en la escuela, los últimos abandonos, pandilleros o jóvenes que tratan de volver a entrar en la sociedad post-encarcelamiento. Nos sentamos a aprender más sobre su camino hasta el Bridge Fellowship, y su sueño, capacitar a los estudiantes que muy a menudo se califican como “matones” o delincuentes.

Hable un poco acerca de su crianza. ¿Qué desafíos enfrentó como un niño? 

Me sentí como si crecí rico, porque crecí con muchísimo amor de mis abuelos. A los seis años, yo era consciente de que mi padre nos había abandonado, y mi madre no estaba viviendo con nosotros. Estábamos en una pequeña ciudad en México y mi madre estaba en los Estados Unidos. Terminé reuniendome con ella un par de años después.

Entonces, aprendí que no era tan rico.

Me mudé de México rural a Compton, California. No podíamos permitirnos mucho. En la escuela, los niños se burlaban de mi ropa y mi acento. Me llamaron pobre; Me llamaron sucio. Me di cuenta con el fin de encajar, tuve que llevar ropa de mejor calidad y aprender el idioma. Yo no quiero ser la persona que ellos estaban describiendo. Sólo, más tarde, me di cuenta de que estaba pasando por un proceso llamado “Escolarización sustractivo.”

“Hay una gran cantidad de investigación sobre los niños Mexicanos que entran en las escuelas de Estados Unidos de hacer las cosas sustraídas de ellos: Nuestro sentido de identidad, nuestra lengua indígena, nuestra confianza en sí mismo, nuestro conocimiento de nuestra historia y raíces. Rápidamente me convertí en Cesar, no César. Yo quería ser el ciudadano Americanizado que habla el Inglés perfecto. Pero en realidad yo estaba indocumentado, todavía hablaba mayormente en español, y mi familia era pobre. Tomó tiempo, para superar esto, pero eventualmente aprendí resiliencia. Mi familia y yo siempre encontramos la manera de enfrentar nuestros desafíos.

¿Cómo llegó a involucrarse en la educación? ¿Cuándo se dio cuenta que es una carrera que quería seguir? 

Me di cuenta que yo era bueno hablando con la gente, conectando con la gente, y trabajando con los niños. Caí en la educación a través de la puerta de atrás, trabajando en programas después de la escuela. Empecé a conocer a niños que tampoco tenían un padre y estaban buscando modelos a seguir. Yo quería dar el amor que me habían dado a mí, a los niños que no estaban recibiendo lo mismo. Yo quería ser una figura de padre, tal vez la figura de padre que yo no tenía necesariamente.

Me enamoré de las posibilidades en las escuelas. Soy un creyente en la experimentación, en dejar que los niños dirijan. Ahí es donde he encontrado mi pasión: Probando cosas nuevas con los niños para obtener resultados. Pero incluso cuando hice eso, me di cuenta que no estaba capturando a los niños quien llevaban un trauma pesado y que se habían desconectado y desenganchado. Estos eran los niños a quien les llamaron nombres como “matones” y “miembros de la banda.” A veces, en las noticias, a ellos les llamaron “bebés terroristas.” Me di cuenta de que realmente quería ayudar a los niños que tenían un gran potencial, una gran cantidad de liderazgo, pero fueron demonizados.

El programa de Empoderamiento de Homies es un programa de alcance de pandillas que usted ayudó a fundar. ¿De donde surgió la idea del programa? ¿Cómo lo lanzaste?

Yo era un profesor durante cerca de 15 años en el área de la bahía y todos los años, terminé yendo a más funerales que graduaciones. Me sentí completamente impotente. Me di cuenta de que tenía que probar algo nuevo. En ese momento, yo trabajaba en una escuela de continuación. La escuela en sí era una prisión bebé. Había un guardia de seguridad en la parte delantera quien revisaba a todo el mundo en busca de armas. Había alambre de púas. Nadie estaba realmente enseñando. Yo estaba trabajando allí con una amiga que es otra co-fundadora de Homies Empoderamiento, Lizbeth Gómez. Dijimos: “Esto es criminal la forma en que los niños están siendo educados.”

El problema fue que todos demonizaron el Homie- el niño que crece en el bloque o el niño que se mete en bandas. Como sociedad, decimos que estos niños son el problema en las comunidades. Pero lo que Lizbeth y yo estábamos empezando a articular, es que bandas en sí, no son el problema. Para algunos niños, las bandas son una familia. Para los niños que nunca van a la universidad, las bandas son una fraternidad o hermandad. Son un lugar de pertenencia. Ellos son una comunidad. Ellos proveen ritos de paso. Ellos proveen protección. Ellos proveen amor. Para los niños que no tienen esto en otro lugar, esto es una gran cosa.

Nosotros pensamos, ¿Que si confeccionamos la mejor de las bandas? ¿Qué si no demonizaramos a los niños en las bandas? Empezamos enseñando nuevos cursos después de la escuela: estudios Étnicos, estudios Afroamericanos, estudios Latinos, el conocimiento de uno mismo. Se prendió como pólvora. Tuvimos niños que cortaban la escuela y luego se presentaban después de escuela para una clase de cine latino, porque tenían el apetito de aprender su historia. Después de un año, nos dimos cuenta de que estábamos enseñando a los niños quien se miraban como enemigos en la calle. Decidimos reunirlos en un hogar neutro. Un YMCA local nos dejó utilizar su espacio y todos los Miércoles por la noche cenamos y tuvimos tiempo social.

Primero, sólo 20 vinieron, pero creció a cientos. Era una manera para que los niños en bandas rivales coman juntos, ayuden uno al otro, escuchen a los oradores potenciar y hacer deporte. Con el tiempo, teníamos niños desarrollando proyectos para hacer a Oakland mejor. Un proyecto fue un programa de desayuno para los jornaleros indocumentados. A dos niños de bandas rivales de la vecindad se les ocurrió la idea y lo hicieron. De repente, estaban en las noticias, y no porque fueran sospechosos, pero porque estaban haciendo cambios positivos en su comunidad.

En su propuesta para el Bridge Fellowship, usted menciona parte de lo que quiere hacer es cambiar las etiquetas que les ponemos a los hombres jóvenes de color. ¿Por qué es eso importante?

Es fácil mirar a un Homie como un matón o un gángster. Es más difícil verlos como alguien con promesa. Pero cuando usted hace ese cambio, se les trata de manera diferente. Tenemos que replantear la forma en que miramos a estos niños. Estos son nuestros hermanos y hermanas. Estos son los empresarios de la calle que son sobrevivientes resilientes. ¿Cómo se puede aprovechar ese instinto empresarial y convertirlo en algo positivo?

Hay un niño en particular en quien pienso. Estaba vendiendo drogas en la escuela. Él estaba constantemente siendo expulsado de clase. Me di cuenta que yo necesitaba pasar un tiempo con su maestro con el fin de que ellos miraran realmente a este chico y no sólo sus pantalones holgados. Ayudé al maestro a mirar a este chico como matemático, y tratarlo como tal. De repente, el chico produjo de manera diferente. No obtuvo un 4.0, pero obtuvo un 2.7. Finalmente, llegó a un 3.0. Eso fue grande. Este era un chico que tenía Fs recta. El cambio se registró con él.

¿Cuáles son sus expectativas para la beca? 

Estoy agradecido, que un lugar como TNTP está dándole a esta idea un tiro porque ellos creen que los niños en el borde importan. Quiero averiguar respuestas a grandes preguntas: ¿Cómo podemos aumentar la escala de un programa como Homies Empoderamiento? ¿Cómo conseguimos más recursos? Quiero construir basado en la investigación que hice recientemente, mientras conseguí mi doctorado en Harvard y crecer para tener nuestro propio centro, nuestro propio edificio, nuestra propia pequeña comunidad. Quiero crecer un nuevo modelo de educación para los jóvenes que han sido pensados como menos. A ellos se les llama todo excepto “prometedor”, “brillante” o “genio.” ¿Cómo podemos cambiar eso?

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