Hace tres años, corrí para servir en mi junta escolar local. Estaba entrando en mi segundo año de enseñanza en una escuela charter, estaba viviendo en mi ciudad natal, y me sentí responsable de hacer una diferencia en mi comunidad. Me encantó estar involucrada en el sector Pico-Union (donde se encontraba la escuela donde daba enseñanza) y crecí a verla como mi hogar lejos de casa. Aun así, sabía que mientras yo estaba trabajando muchas horas, y haciendo un esfuerzo adicional en mi escuela y para mi nueva comunidad, las escuelas en mi propio distrito podrían beneficiarse de una nueva perspectiva y una nueva visión. Fue cuando corrí por oficina, para servir al distrito escolar público del cual yo era un producto, que por primera vez fui introducida a uno de los mayores problemas de nuestro sistema educativo: la falta de colaboración.
Durante las primeras semanas de campaña, fui referida comúnmente como la “maestra de charter.” Recuerdo que estaba en frente de un sindicato local, pidiendo su apoyo e inmediatamente me preguntaron si yo estaba “a favor de charter” y si yo apoyaria de traer a charters a Lynwood. Recuerdo claramente sintiéndome como si yo, no era permitida de estar en ambos equipos, sin embargo no podía escoger ningún lado. Compartí el que yo estaba a favor de los- estudiantes. Seguí compartiendo mi visión para Lynwood; una visión de colaboración y una idea de traer nuevas estrategias que se han comprobado que trabajan en otros lugares, en un intento de no, simplemente, reinventar la rueda. Afortunadamente, me gané su apoyo, y con ello, su confianza. Según el Sr. Javier Hernández, un escritor, para el New York Times, “una razón principal para la creación de escuelas charters, que son financiadas con fondos públicos y de gestión privada, fue para desarrollar cocinas de prueba para las prácticas que podrían ser exportados en las escuelas tradicionales.” Sin embargo, incluso por dentro de nuestro propio distrito, yo pude sentir la resistencia; era justo también, teniendo en cuenta que las charters en nuestra área local han mantenido su éxito, dentro de su propia organización, en lugar de crear capacidad para exportar estas estrategias en entornos tradicionales.
Tan pronto como fui elegida, yo dejé en claro que mi objetivo, no era ser la niña del cartel para las escuelas charter. Mientras yo sí creo que en los distritos escolares más grandes con muchas escuelas fracasando, hay una gran necesidad para más opciones, no creo que este es el caso para los distritos escolares más pequeños. Los padres merecen tener opciones cuando se trata de proporcionar la mejor experiencia educativa, para sus hijos. Sin embargo, cuando un distrito escolar tiene menos de veinte escuelas, los distritos deben responsabilizarse. Por lo tanto, deben ser capaces de crear un cambio sistémico desde el interior sin necesidad de agencias externas. Aún, así, en el espíritu de colaboración, si reconozco la necesidad de ver las las escuelas charter como socios y no como fuentes de competencia.
La verdad es que las escuelas charter, y las escuelas públicas, están sirviendo a las mismas poblaciones, pero están operando en burbujas independientes sin ninguna colaboración intencional. Hay numerosos ejemplos de charters que han tenido éxito y tienen datos que soporta el crecimiento; sin embargo, un abismo entre las organizaciones charter y las escuelas públicas tradicionales provoca una falta de colaboración.
Si lo que se ha demostrado que funciona en las escuelas charter no se ha transicionado a las aulas de las escuelas del distrito, ¿porque más distritos no han explorado oportunidades para crear centros de innovación donde los maestros del distrito y maestros de las escuelas charter puedan colaborar? A menudo, los críticos se apresuran a señalar que no todas las escuelas charter han tenido éxito, pero ¿eso significa que pasamos por alto, las escuelas charter que han tenido éxito? ¿Por qué no usarlas como casos prácticos para desarrollar estrategias que se puedan implementar en un entorno de distrito, también?
La verdad es que “Podríamos lograr nuestro objetivo de gran enseñanza, en muchas más salas de clase, si sólo aplicamos lo que sabemos más, ampliamente.” Puede que yo no tenga las respuestas todavía, pero me niego a renunciar a la oportunidad de crear una gran alianza. Si compartimos asociaciones comunes, como Teach For America, tal vez en un futuro próximo, vamos a empezar a utilizar los espacios comunes para crear una verdadera colaboración que apoyará el éxito del estudiante.
La conversación no debería ser sobre las escuelas del distrito contra las escuelas charter. La conversación, tiene que centrarse en los estudiantes y ayudar a más profesores ha tener éxito en el aula para encaminar a más estudiantes en un camino hacia el éxito. Si queremos enseñarles a nuestros estudiantes que el trabajo en equipo hace que trabaje nuestro sueño, tal vez podemos empezar por modelar el comportamiento entre las escuelas charter y las escuelas tradicionales.
Alma Renteria
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