Las “Rosas” en Nuestras Escuelas nos Necesitan

Hace un par de días estaba sentada en un taller sobre la preparación universitaria y cómo apoyamos el éxito del estudiante. En un taller lleno de consejeros de preparatoria, defensores de acceso a la universidad y consejeros de admisión de la universidad, todos estábamos ansiosos por aprender acerca de los datos relacionados con los estudiantes de primera generación ya que estábamos ansiosos por encontrar nuevas maneras de apoyar a nuestros estudiantes. Lamentablemente ACT, una organización no lucrativa nacional más conocida por ser el proveedor de una de las dos pruebas de acceso a la universidad, nos proporcionó estadísticas alarmantes que nos hizo encogernos en nuestros asientos. El hecho de que más de un tercio de los examinados de la clase que se graduó en 2016 no demostró su destreza en cualquiera de las áreas de contenido básico, lo que significa que “no estaban preparados” para los cursos de nivel universitario, al menos de acuerdo a la prueba, era desalentador. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que había algunos factores que afectan a nuestros estudiantes de bajos recursos que no estaban siendo discutidos. Fue entonces cuando el presentador compartió la historia de Rosa.

Rosa es la hija de padres trabajadores que emigraron a los Estados Unidos en busca de una mejor vida. Un día, mientras estaba en un panel que se centró en las barreras que enfrentan los estudiantes en su viaje a la educación superior, decidió que antes de hablar de las barreras “sistemáticas,” que primera quería compartir un poco sobre su vida. Ella compartió que a los dieciséis años de edad, la preparación para una prueba no era una prioridad. Ella era la hija mayor y sus padres tenían que irse a trabajar a su primer empleo del día las 6:00 am todos los días. Ella era responsable de vestir, preparar el desayuno y llevar sus dos hermanos pequeños en la guardería. Inmediatamente después de la escuela, tenía que correr a la guardería a recoger a sus hermanos para evitar ser cobrado más. Al llegar a casa, ella tenía que cocinar, limpiar y cuidar de sus hermanos, ya que sus padres sólo irían a casa para un pequeño descanso, antes de salir a sus segundos puestos de trabajo. Esta era la realidad de Rosa todos los días. A media noche, lo único que quería hacer era dormir, así que a veces se olvidaba de hacer su tarea. En la escuela, ella tenía sueño, no porque ella no le importaba, sino porque la noche anterior, se había quedado despierta todo la noche al cuidado de su pequeña hermana que tenía un resfriado. Se le olvidaba a menudo las tareas, no porque ella estaba desinteresada pero porque había mucho que hacer en la casa y ella no tenía tiempo para mas. Cuando se reunió con su consejero y su consejero le dijo que tenía que involucrarse más en la escuela para ser más competitiva para cuando aplicará a la universidad, ella no tenía el valor de decirle a su consejero que ella no estaba desacoplada de la escuela por elección. Simplemente tenía otras prioridades en esos momento, pero estas responsabilidades no significaba que ella no quería ir a la universidad.

La historia de Rosa es la realidad para muchos de nuestros estudiantes. Hablamos de los datos que a menudo se centran en cómo preparar mejor a nuestros estudiantes para ser competitivos, que nos olvidamos de preguntarnos cómo sus circunstancias personales deben ser reconocidas para ofrecer un apoyo real. Hay muchas “Rosas” con grandes aspiraciones educativas. Ellas quieren ir a la universidad, y quieren seguir una educación universitaria ya que entienden que el logro de un título universitario puede ser su llave para más opciones en el futuro.

Entonces ¿qué estamos haciendo para ayudar a la “Rosas” en nuestras clases? En nuestras escuelas? En nuestras comunidades? ¿Estamos siendo creativos con las formas en que las asesoramos? ¿Estamos siendo solidarios? Estamos proporcionando apoyo moral extra cuando las cosas se ponen difíciles en casa? ¿Estamos dando plazos flexibles para proyectos y tareas? Estamos comprometiendo a sus padres a través de correo directo, o visitas a domicilio, o esperamos que todos los padres asistan a conferencias en nuestras escuelas? Estamos juzgando a los padres por no presentarse a estas mismas conferencias sin darnos cuenta de que faltaron, no por elección, sino porque sus responsabilidades financieras no les permiten tomar tiempo libre?

Es importante que apoyemos a nuestros estudiantes, proporcionando más que apoyo académico. No podemos pasar por alto sus experiencias personales. Utilizen lo que saben para informar cómo mejor abogar por nuestros estudiantes más vulnerables.

La Rosas en nuestras vidas están llamándonos porque nos necesitan. No se pierdan de la llamada.

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Alma Renteria

Alma-Delia Renteria is a proud product of Lynwood schools. After graduating UC Riverside, with a B.A. in English and a year earlier than anticipated, she decided to commit her “gap year” to City Year. After City Year Los Angeles, Alma went on to purse a teaching career with Teach For America Los Angeles. Upon joining TFA, Alma began her education career as a middle school teacher. It was while teaching that she realized the need to do her part to help serve the community she grew up in and decided to run for office, getting elected to the Lynwood School Board at only 23 years old. Alma completed her first Master’s degree in Urban Education at Loyola Marymount University and a 2nd Masters in Educational Leadership along with her Admin Credential at Concordia University. She was appointed by the Speaker to the Instructional Quality Commission and re-elected to the Lynwood School Board in 2018. She currently serves as the Principal at a local elementary school in Pico Rivera, where she hopes to demonstrate that magic is possible when thee right people are given opportunities to lead.

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