Creciendo una Anglo-Americana asistiendo a la escuela con muchos amigos Mexicoamericanos, todavía estaba inexcusablemente ignorante de las maravillosas tradiciones de el Día de los Muertos. En mi ignorancia de infancia, estaba aterrorizada de las descripciones de mis compañeros de clase.
Lo que pensé entonces ser aterrador, caótico y oscuro, ahora sé que es, una celebración gozosa del mosaico humano de la vida de un ser querido y cuando un miembro de la familia extendida, una madre fuera de mamá para mí, mi mentor, Mary Beth y defensora a que yo fuera un aprendiz para toda vida, trágicamente pasó, encontré la belleza en el día de fiesta por mí misma. Incluso ahora casi cuatro años desde el repentino fallecimiento de Mary Beth, encuentro consuelo en los recuerdos más pequeños de ella. Al ver su escritura a mano, en una tarjeta escrita a mí, mientras yo estaba haciendo malabares, trabajo, la universidad y estar recién casada, desata un torrente de recuerdos; todo gira en torno a ella, por creer en mí y mis esfuerzos educativos más de lo que creía en mí o mi capacidad para alcanzarlos. Luego está el plato de dulces de Halloween que yo le di justo antes de morir. Me recuerda a su fascinación infantil con el día festivo mientras ella repartía barras de chocolate de tamaño completo y estaba alegremente divertida con los niños vestidos en sus trajes en su puerta. Ahora veo el día de fiesta con asombro similar y anticipación porque una vez al año, en medio de otoño cuando Octubre se convierte en Noviembre, hay consuelo para mi dolor ante la idea de que ella, regresa, desde el otro lado de la eternidad para hacer una visita a los muchos que la quieren y nunca se olvidarán de ella.
Hasta que estemos reunidas una vez más, voy a prestar atención para siempre a las muchas lecciones de vida que Mary Beth me enseñó. Cómo ella sin descanso me animó a mi licenciatura y dijo que no tenía otra opción, más que conseguir mi título de maestría también, porque ella dijo que iba a tener muchas más oportunidades. Mary Beth también nunca dejó de decir que yo tenía que escribir ese libro para niños con el que yo jugueteaba y soñaba en terminar.
Mary Beth me escuchó, se rio, me apoyó, ella no puso excusas, ella me quiso, y no sería la mujer o maestra que soy sin ella. La extraño y nunca me di cuenta totalmente de lo mucho que ancló mi vida hasta que ella se había ido. En un mundo a la deriva, todos necesitamos tal anclaje.
Día de los Muertos es una marca, un ancla en mi calendario para celebrar a ella y en la celebración del complejo mosaico de su vida, creo que la verdadera belleza de este día festivo y en honor de todo lo que ella me enseñó y me inspiró a ser. Este año voy a honrar a Mary Beth, así como yo he hecho, desde que élla fue tomada de nosotros. Voy a visitar su tumba con un ramo hecho en casa de sus flores favoritas, hablaré con ella como si nunca se hubiera ido, y mientras me siento allí mirando a su nombre tallado en granito sabré que Mary Beth estarà sentada conmigo.
Alicia Christiansen
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