El Maestro, Nuestro Salvador

“OK, vamos a salvar a estos niños.” Esta fue la expresión, utilizada por un profesor compañero de trabajo antes de que comenzara el año escolar. Cuando oí la expresión, me pregunté, si su frase tenía algún grado de verdad. Sirviendo a una comunidad que es notoria por su pobreza, y el alto índice de criminalidad, como es la ciudad de Richmond, CA, puede convencer a cualquier forastero que necesita ayuda. Puede parecer obvio, pero la pregunta sigue siendo: ¿necesitamos a un forastero que venga a hacer el trabajo de los que son parte de la comunidad en cuestión?

La mayoría de los profesores que he conocido, los que fueron mis maestros en la escuela preparatoria, y, con los que yo trabajo ahora, viajan diario al trabajo. Ellos viven en suburbios vecinos, conducen o toman el sistema de tránsito, Bay Area Rapid Transit, a Richmond, y, al final del día, ellos conducen o toman el  tránsito de “BART” para regresar a sus hogares suburbanos y seguros. Se alimentan de yogurt natural sin grasa para el desayuno, zanahorias y hummus para el desayuno almuerzo, y mastican un aguacate y  ensalada de camarones picados para el almuerzo. Todo esto es perfectamente bien, pero el problema surge, cuando nos fijamos en el estilo de vida de sus alumnos. La mayoría de los estudiantes no viven, en los suburbios, la mayoría caminan a la escuela, igual que yo lo hice a veces por un total de cuarenta minutos, no comen alimentos que les costaría dinero, y que se esfuerzan por alcanzar en el primer lugar. Los maestros simplemente no llevan un estilo de vida que se asemeja a sus estudiantes, y esto es problemático.

Todo el mundo tiene el derecho y la libertad de crear, un estilo de vida, que está de acuerdo con el trabajo que ponen. La enseñanza, sin embargo, es una carrera que requiere limitaciones autoimpuestas. Todas las carreras requieren algún tipo de sacrificio, pero la enseñanza es una de las pocas carreras que requiere un sacrificio por el bienestar de otras personas. Hay largas horas, comparativamente bajos salarios, gastos fuera de su bolsillo para la aula, pero también existe la demanda de sacrificar la comodidad personal. Un maestro, nunca será capaz de conectarse efectivamente con los estudiantes que enseña, a menos, que se compartan en el estilo de vida de sus alumnos. Esto significa que los maestros deben hacer su camino hacia abajo, desde las colinas cómodas, y entrar a los valles y ciudades con el fin de experimentar la vida de un estudiante a primera mano.

Escucho a los estudiantes quejándose constantemente de la falta de conexión que tienen con los profesores. Por lo general, las quejas se formulan, utilizando expresiones como “mi maestro es fastidioso!” O “no sabe cómo enseñar!” Pero, detrás de las observaciones aparentemente ofensivas, y casi, tangiblemente dolorosas, hay un estudiante con ganas de ser enseñado por alguien con quien pueda identificarse. Esta es la razón por la cual debemos de parar la externalización de los profesores; necesitamos maestros que sean nativos de la comunidad para la enseñanza. Necesitamos hombres y mujeres de Richmond, que se gradúen de la preparatoria, que asistan y se gradúen de la universidad, y que regresen a Richmond, con el fin de dar un nuevo impulso a los ciudadanos que ya no pueden percibir el orgullo, y el propósito que los caracteriza. Richmond, debe ser enseñado por Richmond.

En respecto a la observación de mi compañero sobre “salvar a estos niños”, respondo: quizá los niños necesitan un salvador, pero el salvador es un nativo de Richmond. Los maestros que “salvarán” a los niños de Richmond, son, los que viven la vida que viven los estudiantes de Richmond. El Salvador vivirá en Richmond, al igual que sus estudiantes, caminarán al campo al igual que sus estudiantes, y comerán patatas fritas y hamburguesas al igual que sus estudiantes. El salvador no vendrá de un barrio residencial, totalmente inconsciente a la diaria realidad que se enfrentan sus alumnos. El salvador está aquí, y son de Richmond.

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Robel Espino

Robel Espino is an education specialist assistant, worked as an after school instructor, and serves as a youth leader in his local church. A first-generation college graduate, Robel attended California State University, East Bay in Hayward, CA, and received a degree in English Literature. Robel is an Oakland native who received k-12 education in the cities of Oakland, San Pablo, and Richmond, CA. He is a husband, and a father of a four-year old.

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