Inmediatamente después de recibirme de la universidad, trabajé con el programa de verano de Upward Bound como asesora residencial. Poco después de que el programa de verano terminó, empecé mi año de servicio con City Year Los Ángeles, una organización sin fines de lucro centrada en abordar la brecha en el rendimiento académico de estudiantes en escuelas de bajos recursos. Mi año de servicio con City Year sirvió dos papeles en mi vida: una oportunidad para brindar servicio comunitario y como una manera de adquirir experiencia profesional . Si bien aprendí habilidades que ningún otro trabajo podría haberme ofrecido, fue un año lleno de sacrificios. Trabajé tres trabajos, ya que con City Year éramos miembros de AmeriCorps, la organización nacional de Servicio comunitario, cual solo pagaba un quincenal de aproximadamente $500. Con el costo de vida en Los Ángeles, tuve que sacrificar mucho tiempo ya que necesitaba trabajar más de un trabajo para sobrevivir con todos mis gastos. Aún así, yo estaba contenta de haber tomado el reto. Salí de la universidad con muy poca experiencia. Aparte de iniciar una nueva organización como estudiante, yo era una estudiante promedio. Me concentré en la escuela y hice lo que pude para terminar tan pronto como fuera posible. Yo no tenía los recursos financieros para viajar y estudiar en el extranjero. Sentía que el pedir más préstamos para viajar era un lujo y teniendo en cuenta que me impediría graduarme temprano y sólo añadiría más a mis préstamos estudiantiles, mejor me concentré en recibirme un año antes.
Recuerdo ser testiga de cómo muchos de mis amigos tuvieron la oportunidad de internar en diferentes puestos. Algunos de ellos aspiraban a ser médicos por lo que tomaron prácticas con el hospital local y se embarcaron en brigadas médicas (que eran costosas e imposibles de pagar en mis ojos, pero afortunadamente accesible para sus familias de la clase media). Algunos otros aspiraban a ser abogados, por lo que fueron capaces de asumir prácticas en el que obtuvieron experiencia práctica en despachos de abogados y aprendieron los fundamentos de servir como asistentes legales. Otros estaban simplemente interesados en la música y aseguraron prácticas en empresas de música que les ofrecieron exposición a la industria y experiencia para su carrera. Y por supuesto, mis favoritos: los que aspiraban a la política. Ellos fueron los que tuvieron la oportunidad de asumir puestos de interno en DC para trabajar para un legislador y aprender los entresijos de nuestro sistema político.
Por mucho que me hubiera gustado aplicar a una de las muchas prácticas disponibles, no pude. La mayoría de estas prácticas eran sin ningún tipo de sueldo monetario, y la sola idea de que iba a trabajar gratis me recordaba que yo debería pasar mi tiempo sabiamente en busca de un trabajo, o enfocada en la escuela.
Seis años más tarde, me encuentro en una fase de transición. Mientras que he tenido la oportunidad de trabajar en múltiples puestos después de graduarme de la universidad, me doy cuenta ahora más que nunca la importancia de las experiencias de internos y el impacto en sus carreras. Muchos de mis compañeros de clase han tenido muchas más oportunidades disponibles para ellos simplemente por la experiencia obtenida a través de sus prácticas. Muchos de ellos han viajado por el mundo, y por medio de la exposición, muchos se han aculturado a diferentes ambientes. Mientras tanto, yo me estoy encontrando a mí misma, tratando de crear estas mismas oportunidades para mí misma. Estoy explorando nuevos puestos de trabajo, nuevos campos y tratando de experimentar el mundo con la esperanza de que pueda llenar los huecos que faltan en mis experiencias profesionales y personales.
Es fundamental y necesario que más puestos de internos ofrezcan pago. Si bien entiendo lo lucrativo que es ser una empresa de alto rango que ofrece pasantías y reciben a cambio trabajo gratis que les ahorra dinero, no puedo evitar pensar en aquellos alumnos que serían de gran valor para una organización y no pueden darse la oportunidad porque no pueden permitirse el lujo de trabajar de forma gratuita. ¿Es eso justo? Aquí estoy, con una sensación de que me he perdido un tiempo importante de exploración de carreras en mi vida; me pregunto cuántos más se sienten de la misma manera. Las prácticas son una parte importante de la entrada de un adulto joven a el campo de su elección. Tiene que haber más programas y subvenciones que permitan que más estudiantes de familias de bajos ingresos tengan acceso a estas oportunidades. De la misma manera que se discute la necesidad de una mayor diversidad en el lugar de trabajo, podemos empezar a abrir más puertas para diversificar el flujo de talento, ofreciendo prácticas pagadas que ayudarán a un estudiante a encontrar su pasión desde el principio. Más oportunidades permitirán una mayor representación en la fuerza laboral de los estudiantes de color y de los estudiantes que vienen de niveles socioeconómicos más bajos.
Alma Renteria
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