No fue fácil, volver a casa para mi. Yo fui la primera en mi familia en asistir al colegio a los 17 años, y yo también era la hija mayor, y una niña en un hogar tradicional Mexicano. Volver a casa no fue fácil después del primer semestre porque no era la misma chica que se fue de casa ese verano después de graduarse de la escuela preparatoria. Claramente, esto se espera, cuando los jóvenes van al colegio, ya que, comienzan a aprender nuevas ideas, conceptos, y obtener algún tipo de libertad. Como mujer joven, hija, y una inmigrante también, estos cambios eran diferentes de las experiencias de algunos de mis compañeros de clase. A través de la escuela preparatoria, yo estaba en clase con alumnos predominantemente Latinos, y en el colegio era todo lo contrario. Siendo uno de los únicos estudiantes Mexicano-Americanos en la universidad me hizo más étnica. Me hice más Mexicana, pero también me sentía más Americana o “blanca” como mi madre solía decir. Quería comer ensaladas y pasta en lugar de frijoles y tortillas. A mi madre le dolió, el que yo, no quería comer nuestra comida, aunque nunca tuve la intención de ofenderla. Lo que consideré emocionante y nuevo, mi madre lo miró como un rechazo, a lo que ella conocía. Por otra parte, mis compañeros en el colegio encontraron fascinante que utilizaba palabras en español, sin tratar de Americanizar las palabras o que usaba huipiles a la clase (sí, antes de que fueran populares). Yo no era como la mayoría de mis compañeros de clase.
Algo en lo que yo no estaba preparada como una joven estudiante de colegio, fue el cambio en la relación con mi familia. Durante el semestre, venía a casa cada fin de semana, y era por lo general por un día o dos máximo. Sin embargo, para las vacaciones de invierno pasaba seis semanas antes de que pudiera volver a la residencia. Durante el largo descanso, me di cuenta de que yo, no era la misma persona, y había una gran cantidad de retos por delante. Había tantas cosas que encontraba problemáticas en casa, de no ser capaz de sentarme y ver la novela con mi mamá o tener que lavar los platos, simplemente porque yo era la niña, además de no ser capaz de salir tarde, y hablar libremente más a menudo. Cosas que cuando yo solía hacer cuando estaba en la escuela preparatoria fueron una vez parte de la norma, tanto porque yo era joven, la mayor y tenía que ser responsable de mi hermano, y también porque mis padres tenían opiniones más tradicionales sobre las responsabilidades de los roles de género. Además de esto, yo era una hija educada y tenía que mostrar respeto a mis padres y a su casa.
Yendo al colegio para obtener mi maestría y luego mi doctorado nuevamente aumentaron estos cambios de una manera que me sentía incapaz de verbalizar. Regresando a casa después de mi primer semestre en mi programa de doctorado, empecé a no disfrutar de cualquier cosa, incluyendo espectáculos que yo solía ver, lo mismo sucedía cuando me juntaba con amigos, incluso, con los que me gradué del colegio. La academia te cambia, primero te quedas sin voz y, finalmente, vas a recuperar tu voz, pero mientras tanto, ¿Qué haces? Este es un consejo que les doy a mis estudiantes, especialmente a mis jóvenes estudiantes Latinas que están regresando del colegio después de su primer semestre: “Eres amado, a pesar de que puede ser difícil para los padres para verbalizar.” A menudo, los padres no entienden que a veces no has terminado de hacer el trabajo, es decir, los documentos, la escritura, las propuestas de conferencias, etc. hay que recordarles que la escuela es nuestro trabajo, que nuestro trabajo no es sólo ir a clase y escribir un documento y luego no comprometerse con nuestros libros o lecturas, sino que estamos constantemente teniendo que pensar mientras estamos trabajando a través de las nuevas ideas, incluso, si no estamos leyendo, o escribiendo activamente.
Comparte tus nuevos conocimientos con tu familia y escucha lo que tengan que decir. Nos puede sorprender lo mucho que nos ayudarán a darle sentido a estas nuevas teorías porque de alguna manera tienen la experiencia vivida. Esto va para tus amigos también. No te sorprendas de que algunos amigos, incluso con los que fuiste al colegio, no entenderán de donde vienes, porque ves las cosas de manera diferente ahora, por lo general un poco más críticamente. Sin embargo, quedar de acuerdo a estar en desacuerdo es la clave, a menos que estos desacuerdos ataquen tu humanidad, entonces podría ser el momento de dejarlo ir. Lo más importante es disfrutar de estar en casa. Lo creas o no, el hogar es diferente, ha cambiado, y no será claro de qué manera, en el principio de tu viaje educativo. Por lo tanto, disfruta de la belleza de la casa, la familia, amigos y tu comunidad porque te alimentan y llenan tu alma, porque esas relaciones importan mientras progresas en un paso más, en la academia.
Mariana Martinez
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