Manos Hermosas

“Ay mijo, mira mis manos. Las tengo muy maltratadas.”

“Vislumbre hacia mi madre desde la mesa de la cocina. Ella está parada delante de nuestro fregadero de la cocina sosteniendo sus manos delante de ella, inspeccionando las como si fueran la peor cosa en el mundo.

“Madre, sus manos están bien.”

No, no lo están. Están maltratadas – están quemadas, están marcadas, están golpeadas, y si, estan maltratadas. Son el producto de casi dos décadas de trabajo duro. Siendo una inmigrante indocumentada, mi madre siempre fue degradada a puestos de trabajo que requerían que sacrificara sus manos. Ella trabajó en el mantenimiento, la cocina, y varios otros trabajos que le perjudicaron sus manos.

Las manos de mi padre también están maltratadas. Son las manos de un inmigrante indocumentado que trabajó durante casi dos décadas haciendo el servicio de neumáticos. La grasa oscura debajo de sus uñas y las cortadas profundos eran testimonio del trabajo duro que tuvo que soportar a diario.

“Mijo, mis manos son feas.”

“No, sus manos son hermosas.”

Vi más allá de los cortes superficiales y cicatrices simplemente para encontrar la belleza en sus manos. Las manos de mi madre: las manos de una mujer que nunca se rindió, las manos de una mujer que sobrevivió por su cuenta a una edad temprana, las manos de una mujer que criaron a tres chicos jóvenes a ser caballeros, las manos de una mujer que le haría agua su boca, simplemente porque su comida era tan buena – sus manos son hermosas. Manos de mi padre: las manos de un hombre que fue capaz de poner un techo sobre una familia de cinco, las manos de un hombre que nunca se retractó de trabajar furiosamente para brindar a sus hijos, las manos de un hombre que, independientemente de las circunstancias nunca abandonó a su familia, las manos de un hombre que siempre encontró la manera de dar a otros – sus manos son hermosas.

Sin embargo, las cicatrices que no se pueden ver en la superficie, son las que han lastimado a mis padres más. Estas hermosas manos tienen profundas cicatrices de humillación, de la deshumanización, del racismo y de los prejuicios. Mis padres, dos inmigrantes indocumentados, tienen toda una vida de mostrar en sus manos. Ellos no son merecedores de ser llamados “ilegales” o de que les digan que “no pertenecen aquí.” Ellos no son merecedores de tener puestos de trabajo que se aprovechan de su fuerza de trabajo por un salario mínimo. Ellos no son merecedores de pagar impuestos y no recibir ningunos de los beneficios. Ellos no son merecedores de vivir sus vidas con el temor de ser separados de sus familiares. Ellos no merecen nada menos que otros ciudadanos en este país debido a que han sacrificado todo, incluyendo sus manos. Así pues, antes de que los degraden, denle una mirada a sus propias manos, porque estoy seguro de que no son ni la mitad de hermosas como las manos de mis padres. Estoy seguro de que no han vivido la mitad de la vida que las manos de mis padres han vivido.

Tenga cuidado: si decide no respetar esas manos, entonces, se enfrentará a mí. Yo, el producto de esas hermosas manos, no voy a detenerme. Voy a rendir homenaje a esas manos porque esas manos me criaron, me alimentaron, me educaron, y me dieron todo lo que necesitaba para estar donde estoy hoy. Todos los días me acuerdo de su sacrificio simplemente mirando mis manos perfectas. Me acuerdo de esto mientras me siento en una conferencia en la Universidad de Stanford, sosteniendo mi lápiz, listo para tomar notas. Me acuerdo de esto cada vez que recojo un tenedor para tomar otro bocado de mi comida. Ahora mismo, mientras escribo esto, recuerdo del sacrificio de mis padres al ver mis manos perfectas colocadas sobre mi teclado. Mis padres sacrificaron sus manos para que yo pudiera tener estas manos perfectas. Aunque sé que mis manos nunca tendrán la mitad de la belleza de las manos de mis padres, nunca dejaré de honrarlos en todas las formas posibles. Por lo tanto, no se te ocurra faltar el respeto a esas manos. Ni se te ocurra.

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Guillermo Camarillo

Guillermo Camarillo is a Chicago native currently studying at Stanford University -- class of 2020. His intended major is in engineering, but he is still not sure what specific type of engineering he wants to study. He was born and raised in Chicago’s West-side neighborhood, La Villita. Guillermo identifies as a first-gen, Latino, and low-income student. His true passions are in STEM, advocacy for oppressed groups, equity in education, mentorship, and helping others. Being the son of two undocumented immigrants, Guillermo is seeking to find ways to not only be their voice, but the voice of other individuals that are voiceless. He gained global recognition because of his “Dear Dentist” letter that addressed the common theme of individuals trying to discredit the accomplishments of minority, low-income, first-gen students. He hopes to continue to tell the other side of the narrative.

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