Aquellos Que Demonizamos y Condenamos

“Saca a tu hermano antes de que él esté seis pies bajo tierra.”

Volví a casa hace unas semanas. En mi primera noche de regreso a casa oí dos disparos. ¡EXPLOSIÓN! ¡EXPLOSIÓN! Me desperté; Yo sabía que se me estaba acabando el tiempo.

Cada mañana, hago malabares con la idea de perder a mi hermano más joven a la violencia de las pandillas en Chicago. Ensayo mi reacción. Hay días en los que me siento que voy a ser lo suficientemente fuerte, como para seguir adelante. Sin embargo, hay días en que me siento como si mi corazón fuera demasiado pesado para mi, como para seguir adelante.

“Tu no vas a llegar a ser nada.”

Acusaciones como éstas, eran las que siempre dirigi a mi hermano menor. Estaba frustrado, estresado, enojado y decepcionado que estaba cayendo en malas influencias. Juzgué y juzgué. Sin embargo, nunca me tome la molestia de preguntar por qué las cosas eran como eran. Nunca pare y me pregunté por qué mi hermano recurrió a las malas influencias. Siempre sentí que le puse el ejemplo– eso era suficiente. Sin embargo, nunca me moleste a notar las declaraciones de “¿Por qué no puedes ser como tu hermano?” o las sutil, pero ofensivas declaraciones que los maestros siempre dirigieron a él.  

“Eres una decepción.”

Lo aísle. Le dije que si yo podía hacerlo, entonces él también podía. Él siempre decía: “Somos dos personas diferentes.” Tenía razón; si éramos diferentes. Mis profesores siempre me motivaron, fui a una escuela de preparación para la universidad, y tuve mentores que me empujaron a lo largo. Mi hermano no tuvo ninguna de estas cosas. Nunca tuvo un maestro que creyera en él. Sólo tuvo maestros que se quejaban de su falta de voluntad de participar, a involucrarse, o cualquier cosa que encontraban preocupante con él. A veces, los maestros me sacaban de la clase simplemente para reprender a mi hermano. Poco sabía yo, que estaba contribuyendo aún más, a la estructura que pronto lo descarrilara.

“Simplemente no entiendo por qué?!”

Una vez que llegué a la universidad, finalmente comprendí lo equivocado que estaba. Siempre he creído en esta ideología de uno solo recogiéndose a sí mismo sin ayuda de nadie. Era una ideología que yo solía para justificar mi propio éxito y el que utilicé para juzgar a los que se quedaban atrás. Finalmente entendí que las cosas funcionan de una manera en la que los jóvenes como yo enfrentan muchas barreras que les impiden ser capaces de obtener una educación superior. Mientras que tuve la suerte de encontrar siempre un escape a través de cada barrera, mi hermano menor no la tuvo. Él se quedó atrás y en vez de que yo lo levantara, seguí empujándolo más bajo. Mi hermano no era incompetente. Él era una víctima de la supervisión de los profesores, administración de la escuela, y la gente, incluyéndome a mí, que vimos a mi hermano como que siempre estaba “en riesgo”. Estaba “en riesgo” de no hacer bien en la escuela, de interrumpir la clase, y de elevar estragos. Su manera de resistir era hacer lo contrario de lo que estas figuras de autoridad querían que hiciera. Si hubiera tenido una persona que hubiera creído en él y lo hubiera empujado hacia delante, entonces tal vez estaría en una posición mucho mejor de lo que se encuentra en la actualidad.

“Lo siento.”

He tratado de restaurar la relación con mi hermano menor. Hay momentos en que me pregunta acerca de la escuela y de todos los lugares que he viajado. Le digo de todas las cosas maravillosas que he experimentado para sólo entonces sentirme culpable de que él nunca podrá ser capaz de experimentar estas cosas. Sé que esto no es completamente mi culpa pero la idea de yo haber podido salvarlo, siempre cruza por mi mente. El, se merece más- niños como él, merecen más. Mi hermano tiene mucho potencial. Su pasión por el arte es algo que he llegado a apreciar. Sus habilidades de dibujar y su amor por la música es realmente lo que hace que se destaque. Por lo tanto, aunque mi hermano y yo estamos en dos lugares muy diferentes, él brilla más que nunca. Y tal vez otros no pueden ver eso, pero yo sí. Yo lo veo– sólo espero que él lo vea también.

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Guillermo Camarillo

Guillermo Camarillo is a Chicago native currently studying at Stanford University -- class of 2020. His intended major is in engineering, but he is still not sure what specific type of engineering he wants to study. He was born and raised in Chicago’s West-side neighborhood, La Villita. Guillermo identifies as a first-gen, Latino, and low-income student. His true passions are in STEM, advocacy for oppressed groups, equity in education, mentorship, and helping others. Being the son of two undocumented immigrants, Guillermo is seeking to find ways to not only be their voice, but the voice of other individuals that are voiceless. He gained global recognition because of his “Dear Dentist” letter that addressed the common theme of individuals trying to discredit the accomplishments of minority, low-income, first-gen students. He hopes to continue to tell the other side of the narrative.

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