Al crecer, mis padres me inculcaron esta ideología que debería ser feliz y agradecido por lo que tengo. Mi madre decía:
“Somos pobres pero aún, TENEMOS UN techo, ropa, y comida. Eso Es Suficiente”.
”Está era una ideología que yo apreciaba porque era cierto– que tenía todo lo que necesitaba y no debería pedir más. Cada Navidad, cuando mi familia no tenía regalos bajo el árbol, las palabras de mi madre me hacían sentir mejor acerca de nuestra situación. Cuando tuvimos que comer lo mismo para toda una semana, comprendido el significado de por lo menos tener algo que comer. Esta fue la ideología que me hizo apreciar los apartamentos pequeños y estrechos en los que viví la mayor parte de mi vida. Sin embargo, este tipo de ideología, es la que he usado a lo largo de toda mi vida y fue lo que hizo que la universidad fuera más difícil para mí.
No pedir más fue algo que me hizo sentir conforme. Me senté en las clases donde a veces no entendía lo que el instructor estaba diciendo. Podría haber levantado la mano y pedir una explicación, pero no lo hice. Sentía que habían explicado con claridad y que sólo estaba pidiendo demasiado y porque ellos tenían que explicarme el problema de nuevo . Por lo tanto, después de clase me gustaba hacer mi propia investigación leía mis libros de texto para tratar de encontrar mejor explicaciones y así lograr tener los problemas resueltos en clase. Hubo momentos en que me hubiera gustado ir a clases y sentarme en silencio la mayor parte del tiempo, mientras que los mismos jóvenes le hacían preguntas al tutor. Hubo momentos en que mi instructor me dio retroalimentación claro en mi ensayo, pero que no quise pedir una aclaración porque pensé que la retroalimentación que me dieron debería ser suficiente. Hubo momentos en que tuve un montón de trabajo y quería extensiones para poder hacer mi mejor esfuerzo en las tareas, sin embargo, no le pregunté por ellos, porque sentí que los plazos establecidos para mí era el tiempo suficientemente para que empezara mi trabajo.
Sin embargo, siempre estaba rodeado de estudiantes que sabían cómo pedir. Ellos, pidieron aclaraciones, pidieron extensiones y que tan sólo sabían cómo pedir más. La forma en que pedían y la habilidad que tenían de pedir las cosas era de una forma natural para ellos. Tal vez ellos eran muy ingeniosos o asistieron a las escuelas con recursos que les permitieron pedir más Sin embargo, me tomó dos trimestres enteros para finalmente pedir más. Le pregunté a mi profesor por una extensión en mi ensayo final de investigación. La experiencia de pedir una extensión eran nervios de demolición simplemente porque tenía miedo de que mi profesor me vería de manera diferente o que no haría más que decir que no. Redacté el correo electrónico como cinco veces, cada vez pensando cual sería la respuesta de mi profesor. Finalmente lo envié.
Para hacer la historia mas corta, me dio la extensión y fue más larga de la que realmente necesitaba. Presenté mi trabajo final y obtuve una “A” y gracias a esa extensión fue que pude poner más esfuerzo y concentración en mi ensayo. La lección que aprendí de esto es que a veces pidiendo más puedes ayudar tu situación y conducirte a mejores resultados. Aunque mis padres tenían buenas intenciones, esta ideología no puede ser utilizado en lugares como la universidad porque me he dado cuenta que sólo voy a quedar atrás si simplemente me conformo con lo que tengo.
Esta experiencia puede no ser universal para todos los estudiantes pobres, pero era mi realidad. La pobreza me condiciono a valorar las cosas que me dieron y no pedir más. Sin embargo, tengo que aprender a pedir más, no porque yo soy codiciosa, pero gracias al pedir más voy a ser capaz de obtener los recursos y las oportunidades adecuadas que permitan que tenga éxito en el ambiente que actualmente estoy.