A menudo, hablamos del tiempo como si es algo que tenemos en control. Desafortunadamente, “lo haré la próxima vez”, o “tomate tu tiempo” son frases tan comunes que para muchos beneficiarios de DACA, ahora tienen un valor diferente. Tiempo, o tal vez la sensación, de que debemos trabajar contra el reloj, crea una sensación de desesperanza, mientras el tiempo sólo parece seguir pasando. Ahora más que nunca, debemos mantener el SUEÑO vivo e instar, al Congreso que tome medidas y reconozca que valiosa es nuestra comunidad inmigrante para este país.
Después del anuncio de que DACA sería eliminado en seis meses, no pude evitar pensar en todas las personas increíbles que conocía de primera mano, que se verían afectados. Desde los líderes que he conocido durante los últimos años, a través de Grassroots Campaigns, a los maestros que trabajan para servir a las comunidades subrepresentadas, todo mientras toman el tiempo para albergar clínicas gratuitas de inmigración los fines de semana para ayudar a sus estudiantes y familiares para que conozcan sus derechos, todos estos pioneros, viviendo sus sueños todo mientras ayudan a los que les rodean a cumplir sus propios sueños, ahora están teniendo que lidiar con la peor pesadilla de todos: el miedo de perder su oportunidad de seguir viviendo su Sueño Americano.
De todos los rostros que captaron mi atención, ninguno se destacó más que la historia de Juan Casas en La Opinión. Juan, en muchos aspectos, representa el tipo de hombre que espero que mi hermano resulte ser: trabajador, implacable, tenaz, enfocado y lo más importante, impulsado. Teniendo en cuenta que mi hermano pequeño aspira a ser un ingeniero eléctrico y trabajar para una empresa aeroespacial, el éxito de Juan como ingeniero, viviendo exactamente ese sueño, después de años de sacrificio y trabajo duro fue inspirador. Sin embargo, la diferencia entre mi hermano y él, sería que mi hermano no tendría que preocuparse de trabajar tan duro sólo para que un día despertara con la noticia de que sus sueños se vieron obligados a tomar una pausa porque su vida estaba en riesgo de tomar una ruta diferente debido a la política de inmigración.
Mientras Juan es bendecido por estar rodeado de una fuerte red de apoyo y cuenta con la mentoría de la incesante activista chingona, Alma Márquez, es difícil no reconocer que incluso, con todo el apoyo detrás de él, su nueva realidad es una pastilla difícil de pasar. Como maestra, soy culpable de alimentar a los estudiantes la idea de que con mucho trabajo y dedicación, todo es posible y todos los sueños son alcanzables. ¿Pero es cierto? Juan ejemplifica la historia del muchacho que trabajó a través del colegio y le ganó a las probabilidades que estaban trabajando en contra de él. Su estado de inmigración no era una muleta y más bien lo mantuvo motivado para seguir trabajando más duro hacia sus metas, aún su futuro está ahora amenazado por los conceptos erróneos que llevaron a esta administración, a pensar que terminar con DACA era lo correcto. Como Alma Marquez compartió con el LA Times, “Es necesario que haya un fuego que despierte a la gente a contar sus historias. . Ya es suficiente … Hay tantas cosas acerca de [mí] como una persona, aparte de un estado sobre el cual, no tengo control”. DACA permite a individuos como Juan, a ser más que su estatus; para lograr más y vivir a su verdadero potencial. El fin de DACA no sólo pone en peligro la vida de más de 800,000 beneficiarios de DACA, sino que pone en peligro el futuro de nuestro país y el futuro de nuestras comunidades, porque son los inmigrantes los que realizan el trabajo. Sin nuestro esfuerzo, este país se vendría abajo.