La preparatoria de Lynwood hizo un gran trabajo en asegurarse de que asistiera a la universidad. Me animaron a que me escribiera en los programas de preparación para la universidad me proporcionaron la orientación adicional que necesitaba. Mi consejero me inscribió en cursos de AP y de Honores para que así me fuera acostumbrando al rigor de las clases de la universidad y me uní a los clubes para aprender habilidades de liderazgo. Tomé el PSAT varias veces y me proporcionaron SAT y ACT exenciones de cuotas. Y cuando mis padres no podían pagar por mis solicitudes para la universidad, mis maestros se unieron para cubrir los costo.
Cuando recibí mis cartas de admisión, se envió el mensaje muy claro, la preparatoria de Lynwood habían hecho su trabajo; Yo sería el primero en mi familia en asistir a la universidad.
La clase de 2011 tenía más de 15 estudiantes que se comprometieron en ir a la Universidad de Irvine California; más de la mitad fallo en un período de prueba durante el primer año. Y con el tiempo, muchos mas la abandonaron ya sea por motivos económicos o académicos. Al final, menos de la mitad de nosotros se graduó. Pero si no fuera por la influencia de mis mentores, yo también la hubiera abandonado.
La realidad se impuso rápidamente para mí en mi primer año en la UCI. Me di cuenta de que aunque estaba calificado para su aceptación, no estaba bien preparado para la vida universitaria. Nunca me enseñaron cómo navegar mi escuela o encontrar programas para ayudarme como estudiante de primera generación. No había nadie que me mostrara cómo estudiar correctamente o cómo administrar mi tiempo de manera eficiente. No sabía cómo hacer un presupuesto para los libros, comida y otros gastos de mantenimiento. Y nadie me dijo de la importancia de las prácticas o puestos de investigación o cómo buscarlos. Me sentía como si no pertenecía aquí, mi autoestima y el interés académico pronto se fue cayendo.
En una visita a casa, me vi obligado a ser brutalmente honesto acerca de mi experiencia horrible en la UCI con mi antiguo profesor de matemáticas, que casualmente también era un alumbre LHS y UCI. Admití que estaba irremediablemente confuso y estaba considerando en abandonar los estudios. Cuando el escucho esto, se dispuso a ayudarme. Me informó de clubes y organizaciones de las cuales yo debería estar al tanto y me puso en contacto con los miembros de su red. Lo más importante es que compartió sus experiencias como estudiante de primera generación y me ayudó a darme cuenta de que no estaba solo. Lo aprecio y sin saberlo,validó la importancia de la tutoría. Después de esta experiencia, me puse a buscar diferentes mentores para que me guiaran y compartieran sus experiencias conmigo.
Mientras que la preparatoria de Lynwood hizo un trabajo increíble en prepararme para la universidad, tutoría es también un factor importante en el éxito del estudiante. Los mentores pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar las habilidades necesarias para ayudarlos en su transición a la universidad y aliviar el estrés abrumador que puede llevar a los estudiantes a abandonar la universidad. Recuerde que no es suficiente con hacer que los estudiantes lleguen a la universidad, tenemos que ayudarles a terminarla también.