Horas antes de ir con mi familia política para una noche de juegos y un montón de comida, mi mujer, mi hija y yo fuimos al cine el día de Acción de Gracias a ver la más reciente película de Pixar, Coco. La película fue una gran oportunidad para pasar tiempo con mi familia, comiendo palomitas y susurrando nuestros gustos y disgustos a lo largo de la película. Tuvimos muy pocos disgustos, ya que la película era muy entretenido,creada por algunos de los hombres y mujeres más talentosos en la industria del entretenimiento. La trama se desarrolló exquisitamente, y las imágenes se encuentran entre los más coloridos y vibrantes que he visto en décadas. Fue una experiencia agradable; fue una experiencia que dejó un pensamiento persistente.
No voy a revelar mucho de la trama de la película. Después de todo, esto no es una revisión de la película, ni tengo la intención de arruinarla para ustedes. Sin embargo, voy a decir que la película trata de la importancia de altares y ofrendas erigidas para la fiesta mexicana, Día de los Muertos (día de los muertos). Altares con imágenes de sus seres queridos que han fallecido son erigidas, y ofrendas son llevadas a los altares con la creencia de que los que ya se han ido regresan esa noche y se reúnen para disfrutar lo que su familia ha traído para ellos. Sin embargo, si la imagen de su ser querido no está en el altar no pueden cruzar en el mundo de los vivos, y por lo tanto son poco a poco olvidados para siempre.
En la película, el recuerdo del padre depende de la memoria desvanecida de su hija. A medida que se desvanece la memoria de la hija, también lo hace la existencia del padre. Viendo este escenario mientras estoy sentado junto mi hija me hizo pesar – ¿cómo me recordara mi hija? Será que la memoria de mi hija hacía a mí será agradable, o será que la voy a dejar queriendo más, deseando más de mi atención, más de mi amor, más de mis abrazos? ¿Trabajó lo suficiente para crear diversión y recuerdos bonitos para mi hija? Y lo más importante aún, ¿Si mi vida dependiera de los recuerdos de mi hija, estaré allí por más tiempo?
Mi madre vio a su padre morir de intoxicación por alcohol cuando tenía sólo 10 años de edad. Quitó una sábana y lo que describe fue “una cara morada e hinchada”, y rápidamente se dio cuenta de que su padre había muerto mientras estaba acostado en su hamaca, asfixiado por su propia insuficiencia. Mi abuelo dejó tres hijas pequeñas, y él era sólo uno de los millones de padres que no fue y no estuvo, el tiempo suficiente para dejar una impresión duradera en sus hijas. Para millones de niñas, su primer modelo a seguir es varón y las abandonó, ya sea por elección o por circunstancias de la vida. Soy muy consciente de ello, y por esta razón, hago un mayor esfuerzo para ser el mejor modelo masculino que puedo ser para mi hija.
Aún así, me pregunto si hago lo suficiente como para crear un mejor recuerdo de mí para mi hija del que mi abuelo dejó para sus hijas. Quiero que mi hija tenga cálidos recuerdos de mí. Quiero que mi hija aprenda a que todo hombre la honre y la respete como yo la honro y la respeto a ella. Quiero que mi hija sepa que mis errores no son aspectos a normalizar en otros hombres. Quiero que mi hija sepa que trato de hacer mi papel como padre, como si mi existencia dependiera de su memoria. Cuando mi hija sea mayor y lee esta carta, quiero que sepa que me importa profundamente sobre cómo me percibe. Espero que atesore solamente nuestros mejores recuerdos para que mi papel como padre puede consolarla en este mundo y en el siguiente.