Las redes sociales y las noticias nos han insensibilizado a la violencia. Con la avalancha de eventos trágicos que van desde, desastres naturales hasta tiroteos masivos, los incidentes que involucran la brutalidad policial y el uso de fuerza excesiva ya no nos sorprenden. Es por esto que me sentí obligado a compartir, lo que recientemente, presencié en San Diego, con la esperanza de que podamos recuperar parte de la humanidad que hemos perdido en el camino y, aprender cómo trabajar en colaboración, para asegurar una mejor calidad de vida para todos.
Mientras hacía recados por City Heights, noté que un oficial detuvo a un par de adolescentes, irónicamente, justo frente al Copley YMCA (donde “Todos pertenecen”). Los adolescentes no parecían ingobernables o no dispuestos a cooperar, pero, claramente intentaban decirle al oficial de policía algo que él no estaba tratando de escuchar. Mientras esperaba que cambiara la luz, escuché al oficial preguntar por la edad del joven (17) y luego continuó con sus instrucciones. La joven pareja continuó señalando en una dirección particular, claramente tratando de explicar algo al oficial, pero desafortunadamente, el oficial seguía siendo altanero. En su lugar, el oficial rotundamente instruyó a los jóvenes a “Siéntense o lo haré por ustedes”.
En este punto, me imagino que el oficial, el joven y la joven se sentían frustrados. Me di cuenta por sus voces que las tensiones estaban creciendo. Como resultado, el oficial intentó forzar físicamente al joven a sentarse. Decidido a obligar al joven a sentarse, el oficial jalo al renuente adolescente de los brazos y lo hizo girar, sin querer, golpeándole la cabeza con la cara de la jovencita. Esto llevó al joven a que fuera lanzado sobre uno de los bloques de hormigón, que adornan la esquina de la calle (similar a la que inicialmente se le indicó que se sentara). En el fondo, gritos de la joven, “¡Deténganse déjenlo en paz!” fueron sin respuesta.
Todo esto, se llevó a cabo en cuestión de minutos y lo siguiente que supe es que, seis vehículos de SDPD se apresuraron a llegar a la escena. ¿Es esto en lo que típicamente se gastan nuestros dólares y recursos tributarios? Tal vez, es por eso, que no podemos hacer mejores progresos en la Ciudad de San Diego para acortar los tiempos de respuesta para llamadas de emergencia reales. Estacioné mi auto y caminé hacia la esquina en busca de un oficial superior. Sería negligente no mencionar lo nerviosa que estaba, aunque no tuve nada que ver con lo que sucedió. Temía que de algún modo terminara yo en problemas porque, se ha arraigado en las comunidades minoritarias que los encuentros policiales, son siempre negativos. Innecesario decir, que este sentimiento se ha visto reforzado por numerosos informes de brutalidad policial.
Sin embargo, me acerqué a cuatro de los oficiales y cuando reuní el coraje para expresar mis preocupaciones, rápidamente me “tranquilizaron” que el oficial estaba dentro de su derecho y siguió el procedimiento. Le mencioné al sargento que había visto, lo rápido que el encuentro se había convertido en un altercado físico. El sargento me informó que si un individuo se negaba a obedecer la petición de un oficial, el agente no tenía otro recurso. Al ver la consternación en mi cara, el sargento continuó explicando que el joven y la joven iban a ser recogidos independientemente, debido a, un informe de absentismo escolar de la escuela. Asentí con la cabeza, di las gracias al oficial por su tiempo y eché un último vistazo a estos dos jóvenes esposados en la parte posterior de los patrulleros. Dos jóvenes más introducidos al sistema de justicia, sumándose a los más de 1.1 millones de casos que se tramitan anualmente en los tribunales de menores de EE. UU.
¿El absentismo escolar realmente justifica el uso de fuerza excesiva? Estoy seguro de que muchos agentes de policía cometieron errores similares cuando eran niños, con la gran diferencia de que nunca fueron atrapados, o tal vez, se les proporcionó una mejor orientación. Tal vez alguien ayudó a corregir su comportamiento antes de que fueran sacrificados al sistema de justicia penal. He tenido la oportunidad de trabajar con las fuerzas del orden público y, honestamente puedo decir, que las acciones de un individuo no deben definir a un grupo completo. Sin embargo, si la policía quiere cambiar su asociación con la brutalidad policial y el uso excesivo de la fuerza, entonces, un verdadero esfuerzo debe hacerse cuando se acerque a la juventud urbana. Entiendo que la seguridad personal es motivo de preocupación, que la policía debe permanecer vigilante; sin embargo, estas no son excusas para perpetuar la criminalización de nuestros jóvenes y continuar sometiéndolos a las dificultades financieras y cargas psicológicas del sistema judicial.
En un país con más de 2.2 millones de personas actualmente encarceladas, de las cuales hay aproximadamente 70,000 jóvenes en un día determinado, debemos ser más estratégicos con respecto a nuestros enfoques para la prevención. Ya es suficientemente malo, que uno de cada tres niños (predominantemente de color) haya tenido un padre que ha sido encarcelado. Estamos estableciendo bajos estándares y expectativas (si corresponde) para una vida saludable y productiva para nuestros jóvenes y las generaciones que los siguen. Necesitamos fomentar las relaciones entre la policía y la comunidad para evitar estas situaciones. Eventos como este son inaceptables y deben parar.
Beto Vasquez
Beto recently graduated from UCSD obtaining a Masters degree in biology and ultimately plans to fulfill a doctoral degree and pursue a career as a community college administrator. Having had experienced a life of incarceration (juvenile-adult), he is all too familiar with the multifaceted challenges this population faces.
He is an educational advocate for marginalized groups and a great proponent of diversity in Science, technology, Engineering & Mathematics (STEM) fields. He is very active in the community and has assisted with designing programs and events (for ex-offenders and men of color in STEM), and uses his story to motivate others– specifically at-risk populations.