Dije adios, y no miré hacia atrás.
Tan pronto como salí del campus, lloré durante nueve minutos. Nueve minutos y 20 segundos para ser exactos. Capturé la saga insoportable en mi teléfono porque quería recordar ese momento exacto. Mocos, lágrimas, llanto feo, emociones, quería capturarlo todo.
El día que dejé a mi hijo en su primer día de clases, fue muy difícil. Mi hijo, y, humano resistente minúsculo, Suremikal Taiyari, hizo bien, pero yo no. El proceso hasta este punto, no había sido fácil, y mi búsqueda para encontrar una buena escuela para mi hijo, fue una experiencia única que solo los padres pueden entender. Comenzó cuando cumplió 20 meses (un año y ocho meses en jerga no paterna). Mi esposo y yo estábamos esperando un segundo hijo en ese tiempo, y nuestra increíble fotógrafa de nacimiento, quien se convirtió en una querida amiga, compartió que ella había educado a sus hijas en el hogar. Estaba algo familiarizada con el ambiente de la escuela en casa, ya que mi mejor amiga ha educado en el hogar a sus tres hijos desde que tengo memoria.
Se me ocurrió que no teníamos un plan para Suremikal. Empecé a pensar en esto a menudo y comencé a sentir la presión del proceso de búsqueda de la escuela. ¿Me había acercado a esta cosa de la escuela demasiado tarde? ¿Habíamos llegado a un punto en el que tendríamos que esperar en una lista de espera, por una buena escuela, debido a la procrastinación? ¿Cuándo se suponía, que debía preparar a mi niño para el preescolar? ¿Era el preescolar el mejor paso siguiente? Estas preguntas hicieron que mi corazón se acelerara. Después de todo, no quería dejar ir a mi pequeño bebé adorable.
Mi primer intento de buscar una escuela fue sin incidentes. Sentí como si estuviera recogiendo consejos de supervivencia para uno de los pasajes más notorios de la paternidad. ¡Qué proceso! Comencé a investigar algunas escuelas, algunas me dejaron deslumbrada, otras deprimida. Cuanto más miraba, más claras se volvían las diferencias. No tenía muchas amigas que en ese momento, habían estado metidas hasta las rodillas, en todo el proceso de búsqueda de escuelas, por lo que se volvió un poco difícil recibir ideas, consejos y recomendaciones sobre el enfoque y / o las escuelas.
Como padre, quiere estar seguro de que decide en la escuela y el programa correcto para su pequeño ser humano, pero ¿cómo hace la mejor elección de escuela? Entonces, hice lo que cualquier padre haría, y busqué en Google todo, y cualquier cosa que podía encontrar (¡gracias internet!). Google se convirtió en mi mejor amigo, y luego me acerqué a cada escuela con preguntas específicas. Quiero compartir tres cosas de mi experiencia en la caza de escuela que espero ayuden a guiar a otros nuevos padres en su trayectoria. Además, ¡creo que sería una pena, no usar, toda mi angustia de mamá por el bien mayor!
- Confíe en el proceso y sus instintos. Si necesita visitar a cinco escuelas y traer una lista de preguntas, hágalo, es absolutamente normal hacer ésto. No hay vergüenza en ésto. Sea ése padre.
- Vaya por una prueba de manejo. Ninguna escuela, filosofía educativa y / o enfoque es perfecta, y ningún educador es perfecto. Visite las escuelas en las que está interesado, hable con los directores, asistentes, vea cómo se relacionan con los niños y cómo los niños interactúan entre sí, y descubra si lo que ve, se alinea con sus valores e intereses educativos.
- Siga presionando para obtener más opciones. Como padres, tenemos derecho a exigir escuelas académicas más sólidas. Para mi esposo y yo, la calidad académica de la escuela es importante, así como también la composición socioeconómica y la distancia entre el hogar y la escuela. Como esposa militar, cuyo esposo se encuentra actualmente desplegado, es aún más importante ayudar a mi hijo a sobresalir en la escuela y conectarse con los mejores recursos del área.
Aún así, hasta la fecha, estoy aprendiendo. Estoy aprendiendo a disfrutar el viaje. Cuando recogí a Suremikal de ese primer día de clases, la mayoría de los niños de su clase estaban tomando una siesta, mientras que los que aún estaban despiertos, trabajaban en silencio y con un propósito. Los niños estaban haciendo un poco de todo: jugando, durmiendo, comiendo o, simplemente disfrutando del mundo. Todos estaban felices y comprometidos, y eso es todo lo que puedo esperar para mi pequeño muchacho fiero y moreno. Encuentro consuelo al saber, que él, es bastante adaptable y ya nos sorprende con su presencia, no tomando la vida tan seriamente y la capacidad de aprender diferentes idiomas. Español en casa. Inglés en la escuela. Y mandarín en el horizonte!
Rebecca Pleitez
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