Sentarme con Brenda Navas y que me guiara a traves de su vida fue una experiencia emocional para los dos. Conocí a Brenda hace seis años, cuando comencé mi trayectoria de enseñanza en Las Vegas. Mi colega, entonces y ahora directora, dijo: “Ella es una de los padres más increíbles, con la que tenemos el placer de trabajar”. Eso fue un eufemismo. A través de los años, he llegado a amar a Brenda, como más que la madre de dos de mis estudiantes, como más que la madre de uno de mis queridos amigos, pero como la increíble mujer que ha construido su imperio y nunca se ha asentado. Brenda es una verdadera inspiración para todas las familias, madres, mujeres y Latinos. Ella encarna el sueño Americano, de, la falsa promesa que ella hizo su realidad.
Brenda nació en Izabal, Guatemala, a comienzos humildes. Después de cumplir diecinueve años, se enteró de que estaba embarazada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que quería más para su vida. Quería que su hija tuviera acceso a más, que tuviera más oportunidades, y viviera una vida con menos dificultades de las que había soportado ella. Su hermana, que en ese tiempo vivía en los Estados Unidos, intentó convencer a sus padres para que la dejaran huir a Estados Unidos, la tierra de las oportunidades. Brenda, con ganas de más y anhelo de cumplir sus sueños, decidió dirigirse a la tierra extranjera. Ella recuerda que no quería nada más que un automóvil. Recuerda haberse preparado para su viaje y soñar con tener un auto y una casa con un garaje, para que ella pusiera su auto. En su humilde corazón, recuerda haber pensado que era un sueño demasiado descabellado, pero embarazada y de diecinueve años, era todo lo que ella quería.
El viaje de Brenda a América, comenzó con una caminata a la frontera de México, donde recuerda haber llegado a un hotel. Ella recuerda haber pasado la noche en un hotel destinado para cuatro personas, con docenas de personas. El hedor del olor del cuerpo de largos días caminando, apestaba en el hotel mientras trataba de dormirse, y recuerda que la imagen de su familia viviendo en una casa bonita, con un garaje para su automóvil, era su motivación. Esa imagen continuó siendo su motivación. Parte de su viaje traicionero, incluía acostarse en un camión, todavía embarazada, en la parte superior y debajo de la gente, donde los coyotes apilaban los cuerpos en la parte posterior del camión, como si fueran cuerpos en un depósito de cadáveres. Recuerda haber estado acostada en la parte trasera de la camioneta, y, los codazos de las personas por la incomodidad, y, en consecuencia es lo que la llevó a vomitar. Ella fue humillada, pero continuó convenciéndose de que todo valdría la pena
Al llegar a Los Ángeles, comenzó a trabajar limpiando oficinas, sin saber qué hacer, fue despedida rápidamente por su incapacidad para mantenerse al día. Después de que nació su hija, ella comenzó a trabajar en una tienda de tacos, haciendo comida mexicana ganando $7.50 por hora, apenas le alcanzaba para fin de mes. Cuando supo que estaba embarazada de su segundo hijo, convenció a su esposo de mudarse a Las Vegas, donde se enteró que se podía trabajar en los casinos ganando $14 por hora. Al llegar a Las Vegas, descubrió que la paga no era tan glamorosa como le habían dicho. La dejaron ir, después de la tragedia del 9/11 debido a la falta de turismo. Ella regresó al negocio de la comida ganando $15 por hora trabajando de cheque a cheque con dos hijos. Compartían un pequeño departamento con la familia de su esposo. Ella recuerda que no podian permitirse una cama, entonces su familia dormía en el piso. Las emociones aumentaron un poco cuando recordó que ella y su esposo compraban pollo a granel a $.99 la libra y se volvian creativos con las comidas, preparando tacos una noche, tostadas la siguiente, y pollo hervido la siguiente porque era la única cosa que podían permitirse.
Brenda se enteró de la oportunidad de trabajar en un nuevo hotel con mejores días libres, por lo que saltó sobre la posibilidad de tener un mejor horario y ganar más dinero. Después de ahorrar dinero con este nuevo empleo, su familia de cinco pudo comprar su propia casa. Con más experiencia en el Wynn, comenzó a disfrutar de la limpieza y convirtió sus obligaciones laborales en un arte. Ella comenzó a enfocarse más en su oficio, y se enorgullecía cuando era felicitada por su trabajo. Aún soñando, Brenda decidió sacar un préstamo de $7,000 porque, aunque no tenía mucho dinero, siempre mantuvo un crédito increíble. El préstamo la ayudaría a comprar una franquicia de un negocio de limpieza que limpiaba oficinas y la ayudaría a establecer un ingreso más cómodo. Por primera vez en mucho tiempo, Brenda se sintió relajada ganandose una vida cómoda para su familia con el comienzo del nuevo negocio.
Sus ganancias se vinieron abajo después de que los negocios comenzaron a caer, y pasó de ganar $4,000 al mes a solo varios cientos de dólares al mes. Su esposo estaba ganando bien en ese tiempo, así que, ella decidió dedicarse a sus hijos. Su hija mayor estaba en la escuela secundaria, y los otros dos estaban en años clave, en la escuela primaria, así que lo vio como un buen momento para ayudarlos en su trayectoria educativa. Ella comenzó a involucrarse más en las excursiones de escuela y siendo voluntaria en la escuela cada vez que los maestros necesitaban ayuda extra.
Brenda construyó relaciones sólidas con los maestros. Estos años le dieron a Brenda una fuerte perspectiva de lo que significaba ser un estudiante exitoso y comenzó a presionar a sus hijos para que fueran los mejores estudiantes para que la universidad se convirtiera en una posibilidad para ellos. Ella recuerda que no sabía cómo iba ser para que sus hijos llegaran a la universidad, pero miraba el valor de la educación formal. Y ella iba a empesar a ayudar a sus hijos a alcanzar estos objetivos. El programa de día donde ella era voluntaria decidio extenderse a una escuela, asi que, Brenda tomó esta oportunidad para venderse a sí misma y a su trabajo y les preguntó a los maestros si podía administrar, el programa de custodia en su nueva escuela. Esta fue una venta fácil ya que Brenda se había convertido en una pieza esencial, de su historia, y su familia
El primer año que la escuela estuvo abierta, Brenda tenía dos empleados que la ayudaron a mantener la escuela y sus oficinas. Dos años más tarde, Brenda tiene siete empleados, todavía limpia las oficinas de su franquicia, ha extendido su negocio a la limpieza de hogares, y recientemente ha cerrado un acuerdo para limpiar una segunda escuela. Mientras nos sentamos en el espacio común de la escuela a la que los dos ayudamos a abrir, yo como el Decano de Estudiantes y ella como la custodia principal, las lágrimas comienzan a caer en su rostro cuando comparte que antes de que se extendiera este programa de día, dudaba que sus hijos fueran a la universidad. Ella sabía que quería que fueran, pero nunca imaginó que irían porque no sabía cómo ayudarlos a llegar allí. Ella me mira a los ojos y dice que en ese tiempo, se sentía como solo otro sueño descabellado.
Su participación en las escuelas mantuvo a Brenda informada y educada sobre cómo ayudar a sus estudiantes a tener éxito. Confiando en los maestros e inculcando valores sólidos en sus alumnos, ayudándoles a desarrollar buenos hábitos y formando equipo con los maestros, actualmente, está viendo a su hija mayor transferirse de un colegio comunitario para UNLV, la universidad de cuatro años en la comunidad. Su segundo hijo, está esperando noticias de escuelas increíbles como UCLA y UNR y su hijo menor, un estudiante en su tercer año de preparatoria, tiene su vista puesta en UC Berkeley.
Al conversar con ella, dice que SWOT, el programa de día extendido en el que estaban sus hijos antes de convertirse en Equipo Academy, la escuela a la que asistieron sus hijos, fue su salvación. Se sentó frente a mí y se conmovió hasta las lágrimas cuando me explicó lo orgullosa que estaba, de que su hija mayor estaba trabajando en un gran trabajo en la misma escuela a la que asistían sus hermanos, su segundo hijo solo le faltaban semanas para recibir cartas de escuelas asombrosas y su hijo más jóven, haciendo prácticas para impulsar su aplicación.
Ella me miró y dijo: “Dios es bueno, Raymond. Soñaba con una vida donde mis hijos no tuvieran que trabajar a las 4:00 am como lo hice yo, volteando tortillas calientes durante horas a la vez. Y ahora, ese sueño se ha convertido en la vida que vivo.” Y Brenda y su marido poseen actualmente seis coches, y tienen una casa con un garaje para dos coches y espacio en el camino de entrada para algunos de los otros. Su perseverancia, y su capacidad de empujar hacia adelante cuando la vida se puso difícil, la ha llevado a hacer sus sueños realidad. Ella es una verdadera modelo para las mujeres, las madres y los Latinos en todas partes que están esperando por más.
Raymond Gonzalez
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