Crecí en el Este de Los Ángeles, y la menor de cuatro hijos y fui la primera en graduarse de una universidad de cuatro años. Recibí mi licenciatura de la Universidad de California, en Santa Bárbara en 2013, y yo soy parte del 25% que fue a través de la universidad después de graduarse de una escuela preparatoria en Los Ángeles. Literalmente soy una estadística.
Mi madre soltera trabajó en talleres clandestinos desde que podía recordar, ella traía a casa el trabajo que no estaba terminado. Una inmigrante de Nayarit, México, vino a este país, con la esperanza de un futuro mejor, sin conocer el idioma, navegó y trabajó, y ganó el dinero suficiente para sobrevivir. Además de trabajar a tiempo completo y ser tanto madre, como padre para mis hermanos y para mí, el idioma definitivamente, era una barrera para ella, cuando se trataba de involucrarse en mi educación.
Ella siempre me recordó, “hechale ganas, para que no tengas que trabajar como burro.” Ella sabía que la educación me abriría muchas puertas. Por supuesto, ella tenía razón.
Ahora me doy cuenta, que, aunque mi madre no participó, eso no significaba que no le importara. Había barreras reales para ella. No sólo era el sostén de la familia, la cabeza de nuestro hogar, y siempre trabajando, pero el lenguaje era también una barrera enorme. No todos mis maestros en la escuela primaria hablaban o entendían español. Recuerdo que mi hermana de 17 años de edad, intervino y asistió a mis conferencias para padres y a las noches de regreso a la escuela en su lugar. Al final del día, tenía gente en mi esquina. Mis hermanas estuvieron involucradas y mi madre siempre me empujó a lograr lo mejor de mi potencial.
He trabajado para la red de escuelas públicas chárter, Programa Conocimiento es Poder, conocido como Knowledge is Power Program (KIPP), durante los últimos cuatro años. Primero como Gerente de Oficina en KIPP LA, entonces como Asociada de Compromiso Cívico y ahora, Gerente de Compromiso Comunitario en las Escuelas del Área de la Bahía de KIPP. Veo a mi madre en muchos de los padres que tengo la suerte de servir. Muchos de ellos son hablantes nativos en Español y Vietnamita y trabajan uno, dos o incluso, hasta tres trabajos. Pero he visto las cosas increíbles, que pueden suceder en un campus cuando las escuelas y las familias se convierten en socios,en la educación de nuestros hijos.
En mi línea de trabajo, uno de mis principales objetivos, es proporcionar a los demás, las herramientas y los recursos que necesitan para abogar por una educación de alta calidad, en las comunidades marginadas. Además de la importancia de la elección, personalmente, soy una gran defensora de las familias en las escuelas. Cuando las escuelas consideran a las familias como verdaderos socios y no solo, como cuerpos en las reuniones con el único propósito de cumplir, con las regulaciones del distrito, o del estado, la verdadera reforma educativa comienza a suceder, ya sea en una escuela pública tradicional, o en una escuela pública charter.
Quiero asegurarme de que las familias no vean el lenguaje como una barrera, o, que sientan como si les fallan a sus hijos cuando no pueden asistir a la noche de regreso a la escuela. Quiero asegurarme de que las escuelas a las que sirvo, sean comunidades donde padres como mi madre, puedan presentarse, hablar y participar, en la educación de sus hijos.
Melissa Salgado
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