Al crecer, fue difícil escapar de las discusiones sobre educación. Ya sea, que se tratara de proyectos de tareas en el momento o las futuras inversiones en mi carrera académica universitaria, mis padres estaban a favor de aprender a mejorar a sí mismo. Mi madre y mi padre eran más que simples porristas, eran participantes activos en mi educación.
Este enfoque en la educación de mis padres, ambos ingenieros químicos, que emigraron de las Filipinas, fue una parte normal de mi infancia que se convirtió en un rasgo de mi propia personalidad y, finalmente, me llevó a un concepto audaz para una escuela más adelante en la vida.
El concepto, una escuela que ofrece una educación de alta calidad, donde la voz de los estudiantes, la colaboración, la integridad y el sentido de comunidad, son valorados y adoptados, y el plan de estudios desafía a los estudiantes a crear soluciones empresariales para problemas globales, se desarrollaría completamente, solo después de años de trabajar en el campo de la educación como maestra y administradora.
Los bloques de construcción de esta escuela, comenzaron cuando me inscribí en un curso que me tenía como mentora y tutora de niños de las escuelas locales en la ciudad de Nueva York. Mi vida fue cambiada. Sabía que la educación y el ser maestra serían mi carrera preferida, y nunca miré hacia atrás.
Mi carrera de maestra comenzó en New York City Museum School, una escuela pública centrada en el aprendizaje basado en proyectos (PBL) y la enseñanza interdisciplinaria. Crear estructura, diseñar el plan de estudios y preparar los materiales del curso, fueron aspectos en los que prospere y me ayudaron a enfocarme en impartir lecciones impactantes a cada uno de mis alumnos.
A medida que progresaba en mi carrera, finalmente comencé a trabajar con colegas para ayudarlos a diseñar y entregar modelos de instrucción innovadores. Esto comenzó la segunda fase de mi carrera en educación, pasando al lado administrativo.
Ayudar a otros maestros a ser más efectivos en el aula, me llevó a San Francisco y la Ciudad de México. El trabajo en la construcción e implementación de modelos de diversidad en San Francisco y la creación de protocolos para eliminar el acoso, en una escuela de la Ciudad de México, fueron desafiantes, pero extremadamente gratificantes.
Mi trabajo finalmente me llevó al sistema escolar de Hawai, donde fui una de dos mujeres directoras de una preparatoria privada, que eran menores de 40 años de edad en el estado. Una vez más, el objetivo fue el aprendizaje basado en proyectos y los programas para ayudar a los maestros a comprender e implementar las mejores prácticas en sus aulas.
A lo largo de mis viajes, me he encontrado siendo tanto estudiante, como maestra o administradora. Los educadores con los que he tenido la bendición de trabajar, comparten un hilo común, de ver a cada alumno en sus clases como individuos y tratando de despertar sus mentes ante la posibilidad de un futuro brillante a través de la educación.
Hablando con docentes de costa a costa y en el extranjero, aprendí sobre las características distintivas de los estudiantes por región, y las formas en que las escuelas les prestan servicios de acuerdo con, cómo fusionan las técnicas tradicionales de enseñanza, con las metodologías emergentes de aprendizaje.
Esta percepción ha sido de gran valor para el trabajo que comencé con el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, proporcionando apoyo y desarrollo profesional a los maestros y directores sobre PBL interdisciplinarios, y diseño de currículo a través del marco de aprendizaje vinculado.
Fue aquí en Los Ángeles, cuando tomé mi experiencia como maestra y administradora, para realizar la escuela en la que había trabajado durante toda mi carrera para abrir, que se hizo una realidad. Abriendo en Agosto de 2018, PRIME servirá a 200 estudiantes en los grados 6 ° – 9 °.
PRIME, redefine la experiencia del estudiante, a través de la educación experiencial centrada en la comunidad y, ayuda a la transición de la comprensión tradicional del término “escuela” para reflejar un concepto más moderno que involucra una serie de experiencias de aprendizaje interconectadas en lugar de un solo sitio de ladrillo y mortero- haciendo a nuestra comunidad del sur de Los Ángeles y la región de Greater Los Angeles, una extensión de nuestras aulas.
Tomó tiempo, pero finalmente me di cuenta de que ser mentora de esos estudiantes cuando estaba en el colegio, fue el primer paso en el camino que mis padres habían creado para mí al principio de mis viajes educativos. Al igual que ellos, me involucré, persistí y busqué maneras de hacer que mis alumnos se involucraran en el mundo. Y al igual que ellos, me interesa aprender a inspirar y lograr grandes cosas en la vida.
Grace Cruz
Schools in Los Angeles, advising high school leadership teams on ways to strengthen student achievement.