Cuando entré por primera vez en UC Riverside, yo estaba llena de emoción y entusiasmo. Estaba lista para hacer mis años en UCR, lo mejor que pudiera hacerlos. Hice planes para unirme a la Unión Latina, ASUCR, Los Demócratas del Colegio y mucho más. Sin embargo, no estaba preparada para experimentar, algo que mis compañeros estudiantes de primera generación de instituciones de todo el país, tienden a experimentar, el “Síndrome Impostor”. La primera vez que experimenté esta sensación de no poder internalizar mi éxito, porque no me sentía merecedora, fue cuando me ascendieron a un puesto más alto en mi trabajo en Riverside. Trabajé durante cuatro meses en un programa extracurricular después de escuela en el Distrito Escolar Unificado de Moreno Valley, trabajando con niños más pequeños y ayudándolos a mejorar sus habilidades de matemática y alfabetización. Después de haber trabajado lo más duro posible, mi Supervisor me recomendó un trabajo como Especialista de la Escuela Primaria del Distrito. Por supuesto, estaba extremadamente ansiosa y emocionada porque me encanta ayudar a los alumnos de primero y segundo grado.
Mi primer día me sentí abrumada por la felicidad de conocer a los doce alumnos de primero y segundo grado, con quienes iba a trabajar personalmente para mejorar sus habilidades matemáticas. Cuando iba a conocer a mis alumnos, el coordinador del personal me presentó a mi equipo. Rápidamente noté que yo era aproximadamente diez años más joven, que mis compañeros de trabajo. Cuando uno de mis compañeros de trabajo me llevó al aula que iba a utilizar, sentí una sensación de menosprecio en su voz. Mis compañeros de trabajo rápidamente, dieron a notar que se sorprendieron de que contrataran a alguien tan joven, que ha estado trabajando con niños durante un tiempo limitado. En las siguientes semanas de mi trabajo, noté que me hablaban como si fuera una niña en vez de una compañera de trabajo. Cada vez que esos casos ocurrían, tenía sentimientos repentinos de indignidad. Me sentía como que no merecía tener mi trabajo, y que tal vez deberían haber contratado a alguien mayor y con más experiencia con niños. Afortunadamente, conocí a una persona increíble en el Centro de Programa de Estudiantes Chicanos, que me dijo lo que era el “Síndrome Impostor”. La sugerencia que hizo esta persona, fue, escribirme una carta que enumeró las razones por cual yo era “digna y calificada” para mi trabajo, independientemente de lo que pensaran los demás. Durante dos semanas seguidas, leí la carta antes de ingresar a la escuela primaria. Después de esas dos semanas, finalmente comencé a sentir lo que estaba leyendo: yo era digna y calificada.
Debido a esta experiencia, he decidido hacer mi prioridad, reconocer, cuándo los factores externos cuestionan mi autoestima. Ahora, cada vez que me uno, y contribuyo a un comité, o comienzo un nuevo trabajo o proyecto, continúo y me escribo una carta para recordarme que ninguno de mis éxitos, es accidental, y que soy digna.
Biane Arias
Latest posts by Biane Arias (see all)
- La Representación es Importante, Gracias a las Mujeres del Congreso #116 - January 16, 2019
- Representation is Important, Thank You to the Women of the 116th Congress - January 11, 2019
- Porque los Estudiantes Universitarios de Primera Generación Deben ir a Universidades Fuera del Estado - August 17, 2018
- Why First-Generation College Students Should Go to Out of State Colleges - August 14, 2018
- No Te Intimides; Interactúa Con Tus Profesores en el Horario de Oficina - August 13, 2018