Enseñó Inglés en el décimo grado en mi Alma mater de la escuela preparatoria en Richmond, CA. Mis estudiantes y mi trabajo me dan gran alegría, es algo que no voy a reemplazar por cualquier cosa. Todos los días, me saludan en la puerta, preparándose para otro día de aprendizaje. La semana pasada, los maestros en Parkland, Florida hicieron lo mismo y por desgracia, su día se llenó de violencia y tormento.
Durante las últimas semanas, con los horribles acontecimientos que invaden a nuestras escuelas de todo el país, he tenido que considerar cómo es que voy a reaccionar si una persona disparando llegará entrar en la comunidad escolar de la que soy parte. ¿Daria mi vida para salvar a mis estudiantes? El hecho de tan solo considerar la pregunta me llena de ansiedad, tanto en mi papel como maestro y como madre. Sin embargo, como los eventos que ocurrieron en Parkland, Florida el miércoles pasado continúan desarrollándose, es una pregunta que me ha estado haciendo reflexionar sobre esto.
Como mamá, yo envío a mi hija a la escuela todos los días, y yo espero que regrese a casa y que al final del día me diga todo acerca de las grandes cosas que en su día consistió. La idea de un arma de fuego en el camino de esa expectativa es desgarradora, por no decir más. A mi me resulta difícil enfrentar esta realidad y discutir el tema con familiares y amigos.
Cuando las noticias de tiroteos en las escuelas siguen propagándose, mi respuesta inicial es de protegerla del horror que está ocurriendo en nuestro país. Sin embargo, los medios de comunicación que nos rodea está discutiendo tiroteos masivos en las escuelas y las opciones ridículas que intentan para reducirlos. El hecho es que los tiroteos en las escuelas se están convirtiendo en algo común en los EE.UU. y nosotros, como padres,debemos a nuestros hijos estar preparados para esta discusión. Es extremadamente desafiante traer esta realidad a la conversación,ya que muchos educadores todavía estamos luchando para llegar a un acuerdo con nosotros mismos.
Este país ha estado y continúa fallando activamente en satisfacer las necesidades de mis estudiantes y las mías. Desde DACA , las deportaciones, y la más reciente sugerencia de armar a los maestros para prevenir disparos,estoy muy molesta y decepcionada por el fallido “liderazgo” de los Estados Unidos. Los políticos siguen dándole vueltas y vueltas en torno al tema del control de las armas, que ha de ser muy fácil hacerlo desde la comodidad de sus oficinas. Me gustaría que estuvieran en mi salon de clase y se imaginen cubriendo mi puerta, protegiendo a los estudiantes de las balas. Este es un escenario que a los maestros de todo EE.UU. pasa una y otra vez por su cabeza, preguntándose cuál será su reacción.
Armar a los maestros no es la respuesta, traer más violencia a las escuelas no es la respuesta. Las armas no pertenecen a los salones de clase. Los estudiantes de Parkland, Florida merecen por su dolor que se deben cumplir con la acción y los políticos deberían estar trabajando todo el día para prevenir que un evento tan horrible vuelva a suceder.