Cuando mi hija y mi hijo comenzaron preescolar, sentí que mi primer obstáculo en participar en su escuela era la comunicación con los maestros a causa de la barrera del idioma porque mi nivel de Inglés era básico. A menudo me quedé con muchas preguntas persistentes sobre la educación de mis hijos. Fue entonces cuando me decidí a participar en su escuela. Involucrarme me permitió construir la confianza y la comunicación con el personal escolar y los maestros. Así es como empecé a aprender cómo podría ayudar a mis hijos en casa.
Cuando ya fue hora de que mis hijos comenzaran la Transición PreKinder y Kinder en el Distrito Unificado Escolar de San Lorenzo, los inscribi en una escuela pública primaria local. Fue genial poder conocer al personal y la mayoría de los maestros eran bilingües. En esta escuela, no tuve problemas de comunicación con los maestros de mis hijos.
En aquellos primeros años, continué siendo madre voluntaria en el salón de clases y me sentía comprometida,fue entonces cuando empecé a notar que mi hijo era muy distraído con tantos estudiantes en el aula. También me di cuenta que le haría bien el trabajar uno a uno. Después de preguntarle a los maestros y al personal, supe que mi hijo necesitaba un plan de educación individualizado (IEP) para ayudarlo a tener éxito en la escuela.
Mis preocupaciones constantes fueron diciendome que mi hijo estaba siendo afectado emocionalmente,el no entendía por qué era difícil concentrarse y aprender. Se sentía frustrado en el salon y aunque daba su mejor esfuerzo,sentía que no era lo suficientemente bueno. Carecía de apoyo y comprensión de los maestros y del personal. Para empeorar las cosas, también estaba siendo víctima de bullying y nadie hizo nada en la escuela.
La escuela decidió ignorar mis peticiones y preocupaciones acerca de mi hijo, de su progreso académico y su desarrollo emocional, que sabían que estaba interconectado. Me faltaba información, asistencia y programas que podrían ayudar a mis hijos dentro y fuera de la escuela. Esto fue cuando empecé hacer mi trabajo de tiempo completo para obtener ayuda. Empecé a buscar información con amigos, profesores y centros comunitarios. Hice preguntas en todas partes que pude y busqué la ayuda de grupos de la comunidad que abogan por los estudiantes y los padres como Ashland Group, Padres Unidos y el departamento de sheriff.
Después de hablarle de nuestra situación a un amigo que es psicólogo, me guió a una asociación de abogados que me hizo ver los derechos de mi hijo como estudiante y el mío como padre. Fue entonces cuando me di cuenta de la negligencia de la escuela y la falta de responsabilidad, que había afectado a mi hijo y a nuestra familia completa.
La asociación de abogados me aconsejaron que pusiera una demanda en contra de la escuela porque había estado solicitando ayuda para mi hijo durante un gran periodo de tiempo y la escuela no hizo nada al respecto. En ese momento yo estaba más preocupada por el bienestar de mi hijo, mientras él seguía siendo intimidado. Yo quería que terminara esta pesadilla, pero no sabía cómo responsabilizar a esta escuela.
Los abogados me informaron que había una posibilidad de que yo no tendría que pagar nada de mi bolsillo, y tal vez no tenía que asistir a las audiencias judiciales. Sinceramente, no lo podía creer.
Nuestro abogado se encargó de todo para mí y para mi hijo, y me cambió mi tiempo para investigar escuelas públicas de calidad. Yo sabía, que nunca confiaría en esa escuela con la educación de mis hijos.
Durante el tiempo de la prueba e incluso ahora, pienso en todos los padres que se encuentran en situaciones similares y no saben qué hacer para tener la información necesaria para ayudar a sus hijos.
Si la escuela sigue funcionando como estaba hace unos años, es horrible pensar que quizá otros estudiantes se encuentran en situaciones similares sin que se haga nada.
Mi hijo pasó por muy malos momentos debido a la negligencia de la escuela, pero el abogado tomó el caso y buscaba justicia por el daño que causó la escuela. A pesar de que la compensación no borra el daño que sufrió mi hijo, por lo menos sé que se hizo justicia y que rindieran cuentas y tal vez la escuela y su liderazgo lo pensarán dos veces cuando están a punto de cerrar las puertas y hacer caso omiso a los padres.
Como padres, no debemos tener miedo de hacer preguntas, informarnos de nuestros derechos y los derechos de nuestros hijos. Sólo deseo que la información acerca de cómo tomar acción sea más accesible a todas las familias.
Poco después escuche de las escuelas KIPP y fue aquí donde decidí inscribir a mis hijos. El cambio en KIPP ha sido del cielo a la tierra. KIPP se compromete a proporcionar a todos los niños una educación de calidad, y la escuela también se centra en ayudar en satisfacer las necesidades individuales de cada estudiante. Estoy fascinada con la escuela y estoy feliz de que mis hijos están allí.