Desde muy joven, estuve expuesto a personas que trabajan por la justicia social y la equidad educativa. Mi padre fue un defensor de la educación bilingüe, y trabajó en programas enfocados en brindar oportunidades educativas para los hijos de trabajadores migrantes y estudiantes chicanos/ latinos. Mi madre era maestra de Head Start, y primaria, y participó en el movimiento de mujeres. Las personas que visitaban nuestra casa y, con las que interactuábamos, representaron las diferentes culturas etnias y grupos raciales que conforman este país. Mi hermano y yo fuimos enseñados desde una edad temprana, a tratar a todas las personas con el respeto y la dignidad, que esperábamos nosotros.
Mi nombre es Steve Vigil. Soy originario de Colorado. Mi padre es chicano, y mi madre es siciliana y escocesa irlandesa. Ambos lados de mi familia tienen raíces en el condado de Las Ánimas, en el sur de Colorado y en las minas de carbón, que impulsaron la economía hace más de un siglo. Mi abuelo paterno fue el primero en su familia en aprender inglés, y graduarse de la escuela preparatoria y asistir al colegio. A pesar de que nunca terminó el colegio, mi abuelo tenía suficiente educación para convertirse en un maestro y, finalmente, un diplomático en el Servicio Exterior de los Estados Unidos. Fue uno de los primeros diplomáticos latinos en el Servicio Exterior, a principios de la década de 1940. Forjó un camino para su familia fuera de las minas de carbón, donde trabajaban su padre y sus parientes y sentó el precedente de que la educación era un camino hacia el éxito.
Mientras mi familia, no era la única en haber utilizado la educación para avanzar, éramos parte de una minoría de familias chicanas/ latinas que lo habían hecho en ese tiempo. La realidad para la mayoría de los estudiantes chicanos/ latinos en Colorado, cuando yo estaba en la escuela, era bastante diferente. Crecer en un pueblo pequeño como un “güero / hüero” que podía “pasar” por un estadounidense blanco, tenía una visión única de las desigualdades que mis compañeros de piel más oscura, enfrentaban en las escuelas. La diferencia en la forma en que fui tratado por muchos de mis maestros y administradores frente a otros compañeros chicanos/ latinos (y mis pocos afroamericanos) fue dolorosa, y notoriamente obvia. Mientras que en los grados más bajos, muchos de nosotros teníamos calificaciones similares y demostrábamos habilidades y aptitudes comparables, las expectativas de los maestros de estudiantes chicanos/ latinos y blancos pobres, parecían disminuir, a medida que avanzábamos en nuestra educación.
En lugar de nutrir a todos los estudiantes por igual, parecía que el apoyo para el éxito académico, estaba reservado para ciertos estudiantes. Debido a mi piel clara, muchos maestros no sospecharon que yo era latino. No era raro para mí, escuchar los comentarios de los maestros y otros miembros de la comunidad, sobre amigos chicanos/ latinos, compañeros de clase, e incluso, miembros de la familia. Mientras éstos comentarios no siempre desacreditaban directamente a los estudiantes chicanos/ latinos, debido a sus antecedentes, era claro que había un sentimiento, implícito o no, de que los estudiantes chicanos/ latinos, no tenían la misma capacidad para aprender y lograr, como sus compañeros blancos.
Esto se amplificó aún más, cuando llegué a la escuela preparatoria. A menudo era el único hombre Chicano/ Latino, en mi grado, en los cursos de preparación para la universidad y los programas de Educación para Dotados y Talentosos y, uno de los pocos, para ir al colegio después de la graduación. Esto no fue porque yo era más inteligente que los muchachos con los que crecí. Por el contrario, la comprensión de mi familia sobre cómo navegar el sistema educativo y el conocimiento sobre cómo abogar en nombre de sus hijos, marcó la diferencia para mis hermanos y para mí.
Mis padres, como educadores, sabían la importancia de participar directamente en nuestra educación. Conocieron a nuestros maestros y se involucraron con las escuelas a las que asistimos. Intervinieron en nuestro nombre para garantizar que nos estuvieran enseñando a nuestra capacidad máxima. No sólo se involucraron con nuestra educación, sino que también defendieron la equidad educativa para todos los estudiantes. Mi padre dio un paso más, y se postuló para el consejo escolar. Al ganar, se convirtió en el segundo miembro chicano de la junta escolar, elegido en nuestro distrito. Aunque todavía era una lucha, esto le proporcionó una plataforma para garantizar que las necesidades educativas de los estudiantes y familias chicanos/ latinos se estuvieran cumpliendo.
Las lecciones de mis padres y abuelos, han sido una bendición. Aprendí a no dejar que las expectativas de los demás, o la falta de ellas, determinen su éxito y estar preparado para abogar por sí mismo y su comunidad. Éstas lecciones me han guiado, y han sido la fuente de mi pasión por trabajar con personas y comunidades, ya sean las mías o las de otros. Espero compartir mi experiencia, y las experiencias de otros con La Comadre, para que juntos, podamos seguir forjando un mejor camino para nuestros jóvenes y comunidades.
Steven Vigil
Mr. Vigil holds a BA from the University of California Santa Cruz and an MA in International Affairs from the School for International and Public Affairs at Columbia University.