Cuando comencé mi trayectoria en UC Riverside, una de mis preocupaciones era hablar con mi profesor, sobre el contenido de la clase, o sus consejos para alcanzar mis metas profesionales y académicas. Pasé mi primer año en UCR, evitando las horas de oficina del profesor, y en vez, hice todo lo posible para hablar con mis asistentes de maestría.
Todos mis profesores me intimidaban. Me sentía muy ansiosa por hablar con ellos, porque yo pensaba que no podía contribuir, a una conversación significativa con ellos. No me sentía lo suficientemente inteligente como para hablar con ellos. Si alguna vez necesité enviar un correo electrónico a mi profesor, iba al centro de tutoría y, dejaba que otro par de ojos revisara y corrigiera mi correo electrónico. Yo dudaba constantemente de mis habilidades. Estaba aterrorizada de que pensaran que no era lo suficientemente inteligente, como para estar en su clase.
Durante el año académico pasado en UCR, me comprometí a superar mis ansiedades y salir de mi zona de confort. Como no tenía problemas para hablar con los asistentes de maestro, les pedí su opinión acerca de cómo hablar con los profesores. Todos los asistentes de maestro con los que hablé, me aseguraron que no había nada que temer.
Un asistente de maestro me dijo: “Los profesores también fueron estudiantes de pregrado y entienden que puede ser intimidante hablar con ellos”.
Después de que los asistentes de maestro me alentaron a hablar con mis profesores, estaba ansioso y motivado por ir a las horas de oficina de mis profesores. Todavía recuerdo esa breve sensación de ansiedad, cuando estaba parado frente a la puerta de mi profesora esperando mi turno, para que ella me explicara el dilema del prisionero. Mis manos temblaban mientras tomaba asiento en la oficina de mi profesora, y mi garganta estaba seca. Aunque estaba abrumado con ansiedad, pude hacer mi pregunta y obtuve una mayor comprensión de ese concepto.
A consejo a cualquiera que esté ansioso por hablar con sus profesores que sigan adelante y lo hagan. La idea de relacionarse con tu profesor, es realmente, más aterradora que hacerlo. He recorrido un largo camino desde ese momento de temor frente a la oficina de mi profesor. Ahora no tengo miedo de pedirle a mis profesores que me expliquen un concepto, o, preguntar por oportunidades de investigación y asesoramiento profesional.