Para todos los que fuimos los primeros en nuestras familias en ir a la universidad, que trabajamos en comida rápida o minorista para ganar cualquier dinero extra, como sea posible, que tuvimos que convencer a nuestros preocupados padres inmigrantes de entregar sus impuestos para que podamos llenar la FAFSA y, después sorprenderlos con la noticia de que había dinero gratis para la universidad.
Para todos los que obtuvimos la exención de cuotas del SAT, ni siquiera sabíamos que podías prepararnos y recibir tutoría para una prueba que tenía preguntas sobre yates (historia real), para aquellos de nosotros que luchamos por obtener más exenciones de cuotas para nuestras solicitudes universitarias porque de lo contrario definitivamente, NO estabas aplicando a esa escuela.
Para aquellos de nosotros que escribimos nuestros propios ensayos y, ni siquiera conocíamos a nadie que pudiera revisarlos, mucho menos reescribirlos. Y para aquellos de nosotros que tuvimos que discutir con nuestros padres acerca de mudarnos a una residencia universitaria.
Para aquellos de nosotros que sabíamos que no podíamos exigir, que nuestros padres hicieran más que sacrificar todo lo que ya habían sacrificado. Para aquellos de nosotros que descubrimos cómo aprobar nuestras clases y graduarnos de la universidad, después de sentirnos perdidos y, a menudo, como un impostor que ganó la lotería.
Este escándalo de trampas de admisión a la universidad, es un recordatorio de que las circunstancias siempre han estado contra nosotros, y aún así, lo logramos. Trabajamos por todo lo que recibimos. Nos lo ganamos con la ayuda de mentores, compañeros y familiares que nos animaron y creyeron en nosotros cuando no creíamos en nosotros mismos.
Nos lo ganamos porque somos brillantes y excelentes, y no nos damos por vencidos ni necesitamos que nuestros padres mientan, engañen, roben, o, nos abran puertas. Somos asombrosos.
Aquí estamos trabajando para garantizar que más niños como nosotros tengan mejores oportunidades que nosotros.
Espero que la justicia prevalezca, pero no aguantaré mi respiración. Con toda esa riqueza y privilegio, todavía no era suficiente cumplir con las reglas para ingresar a la universidad.