Recientemente, he escuchado historias de padres que no están apreciando el arduo trabajo que sus hijos están haciendo. No están apreciando los logros que sus hijos merecen tener reconocidos. Peor aún, no están apreciando a su hijo como persona, e incluso los están insultando.
El amigo de mi hija, compartió conmigo que fue admitido a USC. En realidad, fue aceptado en las cuatro escuelas a las que se postuló: Berkeley, Cal Poly San Luis Obispo, UCLA y USC.
Cuando lo felicité y le dije: “tu mamá y tu papá deben estar muy orgullosos de ti”. Él respondió: “A mi mamá no le importó, ella dijo que si no era Cal Poly San Luis Obispo, entonces no le importaba, y mi papá no dijo nada en absoluto.”
Sentí una terrible oleada de incredulidad viajando dentro de mí. No estoy bromeando, su respuesta me dejó con los ojos abiertos, sin palabras, y triste. Y sorprendentemente, esta no fue la primera vez que escuché algo como esto. Aquí hay un joven que trabajó extremadamente duro para ingresar a estas grandes escuelas, y sabemos que ingresar a estas escuelas, no sucede de la noche a la mañana, esto requiere años de arduo trabajo.
Este joven merecía oír que sus padres estaban orgullosos de él. Merecía ser felicitado por su gran logro, y por todo su esfuerzo en lograr su objetivo. Merecía abrazos, besos, cariño y apoyo. Todos los niños se merecen eso y deberían recibir un poco extra, en los momentos en que comparten algo como: “Mamá, fui admitido a USC”.
Necesitamos abrir los ojos. Nuestros hijos nos NECESITAN. ¡Necesitan saber que estamos orgullosos de ellos, que vemos su arduo trabajo, los vemos a ellos y los amamos!
Cada palabra que les decimos a nuestros hijos, o las palabras que no les decimos, deja un impacto duradero. Necesitamos ser amables con nuestros hijos, reconocer cuándo están intentando, o ayudando, y realmente verlos a ellos y escucharlos cuando comparten noticias con nosotros, o están buscando apoyo.
La vida puede sentirse solitaria. Y, apuesto a que aquellos de nosotros que somos lo suficientemente afortunados, como para tener padres que nos apoyan y celebran, no podríamos imaginar nuestras vidas sin ese apoyo amoroso. Pero, ¿qué hacen aquellos que no tienen un sistema de apoyo en sus padres? ¿En quién confían, o de quién reciben consejos? ¿Cómo se las arreglan no poder decir, o compartir todas las cosas que aquellos de nosotros que estamos cerca de nuestros padres si podemos? ¿Dónde está su salida amorosa?
“Las cosas que hacemos como padres hoy tendrán un impacto duradero en nuestros hijos”. Lo digo todo el tiempo.
Tenemos una oportunidad de hacer que la vida de un niño sea grandiosa. Es nuestra oportunidad de capacitarlos amándolos, guiandolos y enseñándoles. Nadie desea ser la persona que mira hacia atrás en la infancia de sus hijos y se arrepiente de no haber estado allí, o de no haberles demostrado a sus hijos que eran amados. Es posible que algunos padres se arrepientan de no haber abordado sus propios problemas, o buscado el tipo de ayuda que necesitaban para que pudieran estar realmente allí para sus hijos.
Como adultos, nuestros hijos aprenderán que no tenían la culpa de nada como niños, no merecían ser reprimidos, sí eran lo suficientemente buenos, sí merecían reconocimiento, atención y amor. Pero a pesar de que llegan a esta conclusión, ese niño que estaba buscando la aprobación, el amor y el apoyo de sus padres, aún toma residencia dentro de sí mismo como adulto. Y esto no les permite estar en su mejor estado óptimo. Y toma mucho trabajo para que ellos puedan sortear los sentimientos de indignidad y, de no haber recibido el amor que necesitaban de niños.
Por el bien, la felicidad y el bienestar de nuestros futuros hijos adultos, todos debemos comprometernos hoy, a hacer todo lo que esté a nuestro alcance, para estar presentes y criar emocionalmente saludable y felices niños.