Enseñando a la Generación Telefono Inteligente

Los estudiantes de hoy, constituyen una nueva generación de aprendices. Nacidos en la Generación Z, estos estudiantes crecieron usando tecnología, teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras. Según el Centro de Investigación Pew, el 95% de los adolescentes, tienen, o tienen acceso a un teléfono inteligente. Viven sus vidas conectadas en un mundo digital, a través de aplicaciones, redes sociales y comunicación instantánea. Esta velocidad de vida, rápida e instantánea, se ha convertido en su norma.

Al pensar en cómo atender a estos estudiantes de la Generación Z, ¿deberíamos prohibir toda la tecnología en el aula, o usarla como una ventaja educativa?

El teléfono inteligente, ha revolucionado la forma en que vivimos nuestras vidas y nos comunicamos entre nosotros. Para mí, sería difícil imaginar la vida sin mi iPhone. Es mi despertador, calendario, cámara, navegador de Internet, música, lista de tareas, conexión con amigos, familiares y el mundo, sólo por nombrar algunos. Con unos pocos toques, puede alternar rápidamente entre mensajes, aplicaciones, pestañas de Internet, redes sociales, haciendo que la multitarea sea muy fácil. Del mismo modo, también puede proporcionar muchas distracciones, y acortar la capacidad de atención. 

Cuando pienso en mi salón de clases, reconozco cuanta distracción, pueden ser los teléfonos inteligentes. Incluso, si una tarea requiere el uso de un teléfono inteligente, existe la tentación de acceder a las millones de otras cosas que el teléfono puede hacer. Creo que es nuestra responsabilidad como educadores de la Generación Z, ayudar a enseñarles las normas apropiadas de cuándo, dónde, y cómo se debe utilizar la tecnología en diferentes entornos. 

A pesar del hecho de que los teléfonos inteligentes y la tecnología pueden convertirse en una gran distracción en el aula, hay muchas maneras de usarlo para su ventaja. Aquí hay algunas formas en que preparo a mis alumnos para el éxito, cuando usan la tecnología en el aula.

Establecer Normas. Las normas deben incluir cuándo, y cómo se utiliza la tecnología. En mi salón de clases, los teléfonos celulares no están permitidos en absoluto, según lo respaldado por una regla de toda la escuela, y se requiere que se coloquen en el “hotel” (cubículos de almacenamiento), del teléfono celular durante el período de clase. En cambio, usamos computadoras portátiles. Al comienzo del año escolar, a cada estudiante se le asigna una computadora para usar en mi salón de clases. Esto asigna la responsabilidad a cada estudiante de cuidar la computadora cuando la están usando. Cualquier daño, o mal uso, vuelve al estudiante asignado, a esa computadora en particular. 

La tecnología no se usa cada minuto de cada período de clase. Tener la computadora abierta cuando no está trabajando en una tarea basada en tecnología, es una gran tentación, y una posible distracción. En mi salón de clases, cuando no usamos tecnología, las computadoras se almacenan en los carros de la computadora. Cuando utilizamos parcialmente la tecnología, las computadoras pueden permanecer en los escritorios, pero están cerradas cuando no estamos trabajando en ellas. Cuando vamos de un lado a otro de tecnología, a no tecnología, los estudiantes bajan las pantallas a cuarenta y cinco grados como “pac man”. Esta última pieza, ha sido súper importante, especialmente, cuando estoy dando instrucciones, o si alguien está hablando, esto asegura de que todos estén prestando atención, y no se distraigan con lo que está en su pantalla.

El uso de la tecnología abre muchas posibilidades, pero también, ofrece infinitas posibilidades de distracciones. La tecnología en el aula está destinada a fines educativos. Es importante que ese mensaje sea claro, y los estudiantes puedan codificar el cambio, entre lo que es apropiado hacer con la tecnología durante su tiempo libre, y durante el tiempo de clase. Tengo una póliza de cero tolerancia, para los juegos en mi clase. Si encuentro a un estudiante jugando cuando debería estar haciendo una tarea, me debe tiempo después de la clase. Si este comportamiento continúa, podrían perder privilegios tecnológicos, además de tener una reunión de padres. 

Consecuencias Justificadas Proporcionadas. Las normas están vigentes, y, se enseñan a los estudiantes para que sepan, qué se espera de ellos. Si no siguen esas expectativas, debería haber algún tipo de consecuencia. Sin embargo, si nosotros, como educadores, no enseñamos explícitamente estas normas, es difícil hacer cumplir las consecuencias. Los estudiantes deben poder explicar, qué comportamiento resultó en esa consecuencia particular. Para mí, quiero que mis alumnos estén en una tarea utilizando tecnología para cumplir con la tarea en cuestión. Si están haciendo mal uso de la tecnología, se están dañando a sí mismos, porque no están aprendiendo.

Modelo de Comportamiento Esperado. Los teléfonos celulares no están permitidos en mi salón de clases, por lo que sí espero que los estudiantes sigan esta regla, también debo seguirla. Además con mi computadora, modelo el comportamiento de las tareas de lo que espero de los estudiantes y dejo de navegar por Internet, y reviso mis correos electrónicos para después de clase.

La tecnología ofrece muchas oportunidades únicas en el aula, si se usa adecuadamente. En nuestro estado actual de la sociedad, todos se están moviendo a un ritmo rápido y conectados a la tecnología. Es lógico que incorporemos eso en el aula, y modelemos cómo los estudiantes pueden usar la tecnología en el entorno educativo. La generación Z, ha crecido utilizando la tecnología. La pieza clave de esta incorporación, es enseñar a los estudiantes las formas apropiadas de usar la tecnología en un entorno escolar. ¿Cómo aprovecha la tecnología en su aula?

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Chelsea Culbert

Chelsea Culbert is a proud product of New York public schools where she graduated with her International Baccalaureate diploma. She went off to attain her B.A. in Chemistry with concentrations in Public Health and Child and Adolescent Mental Health Studies at NYU. While at NYU, she started the chapter of “Strive for College,” a non-profit organization that connects college students as mentors to assist high schoolers throughout the college application and financial aid processes. Immediately after graduation, Chelsea pursued her teaching career with Teach for America Los Angeles. While teaching, Chelsea completed her Master’s degree in Urban Education at Loyola Marymount University. Chelsea is currently teaching at her Teach for America placement school in Lincoln Heights where she serves as Department Instructional Lead, Instructional Leadership Team member, and coaches Varsity soccer.

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