Mi historia con el autismo comienza cuando vi que mi hijo no se estaba desarrollando como los demás niños. Italo tenía cerca de dos años cuando noté las primeras señales, pero todavía no estaba segura de lo que realmente estaba sucediendo. Cada vez que hablaba con mi hijo, sentía que no estaba atento y no escuchaba ni respondía de la manera que esperaba. Poco después de notar su comportamiento, hice una cita para ver a su pediatra. En la visita de nuestro médico, me dijeron que los niños se desarrollan de manera diferente y que era normal que los primogénitos alcanzarán los hitos a un ritmo más lento.
El médico me dijo que no me preocupara. Pero mi instinto de madre me dijo que algo no estaba bien.
A medida que pasaba el tiempo,seguí notando más cosas que me hicieron preguntarme si había algo más sucediendo con Italo. Sin embargo, traté de confiar en las palabras del pediatra. Después de todo, las cosas que noté parecían pequeñas. Cuando mi hijo tenía alrededor de 3 años, quedé embarazada de mi segundo bebé. Hice una cita para mi atención prenatal y también pude ver a un nuevo pediatra para el chequeo de mi hijo.
Esta visita fue diferente; todos mis sentimientos e instintos fueron afirmados.
Cinco minutos después de la consulta, la nueva pediatra me dijo que sospechaba que mi hijo tenía autismo y, dado que estaba embarazada, había un 80% de probabilidad de que mi hijo por nacer también fuera autista. Pregunté si podía hacerme una prueba que detectara anomalías,sin embargo, finalmente me negué porque temía que pudiera dañar a mi hijo por nacer. En ese momento mi enfoque era conseguir ayuda para mi hijo Italo de tres años.
Mi hijo pequeño fue remitido a más pruebas y exámenes. Este proceso confirmó mis sospechas iniciales; a Italo le diagnosticaron autismo antes de cumplir cuatro años. Todavía desearía que lo hubieran diagnosticado antes, para poder obtener ayuda y apoyo.
Más tarde ese año di a luz a mi nuevo bebé, Patricio. Mientras aprendía mucho con el diagnóstico de mi hijo mayor, terminé evaluando a mi hijo menor cuando tenía 20 meses. Fue entonces cuando descubrí que también era autista.
Recuerdo que miré al especialista a los ojos y le pregunté: ¿cómo seguiremos adelante?
Desde que me enteré,mi objetivo como madre es defenderlos y encontrar recursos que les den la oportunidad a sobresalir en la vida.
Ana Ibarra
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