Cuando Mauriyer Monge Martinez recibió una llamada de su exmaestra de preparatoria en el 2014, se sorprendió bastante – especialmente cuando se enteró de la razón de la llamada. La maestra Stella Labatte, quien dirige GEM ACADEMY en Los Ángeles, invitaba a Mauriyer a aplicar para un trabajo como asistente en su escuela.
“¿Está loca? ¿Por qué va a querer a esta persona, que ha sido una de las peores estudiantes que ha tenido, [para trabajar con ella]?” dice Mauriyer haber pensado.
GEM Academy, localizada en el centro de los Ángeles, es parte de John Muir Charter Schools, una cadena de escuelas alternativas que atiende a alumnos de California Conservation Corps, Local Conservation Corps, YouthBuild, WIOA (Workforce Innovation and Opportunity Act) and Americorps. Los participantes de estos programas locales y federales tienen la oportunidad de completar su escuela secundaria mientras desarrollan trabajos y servicios para la comunidad.
Quienes asisten a GEM Academy son estudiantes de 16 a 25 años y son generalmente considerados “jóvenes de riesgo,” un término que se refiere a aquellos que enfrentan obstáculos como tener pocos recursos; vivir en vecindarios marginados, que enfrentan violencia en el hogar o en las calles y algunas otras condiciones que los hacen más vulnerables a abandonar sus estudios. Este fue el caso de Mauriyer cuyo entorno le negaba ver las posibilidades de una vida mejor. Ella fue criada por sus hermanos y dice haber sufrido pobreza y violencia en el hogar y en las calles por pandilleros. “Todo eso era bien estresante para mí. Entonces cuando yo llegué aquí, era desquitándome con la maestra y pasando todos mis problemas a ella,” dice Mauriyer.
La maestra Labatte recibió gritos, insultos y su clase era interrumpida constantemente por el comportamiento de Mauriyer. Pero una alumna rebelde no era algo nuevo para la veterana maestra. “A muchos de mis alumnos siempre les dijeron que son malos, entonces cambiar esa mentalidad… [lograr que se den cuenta] que sí lo pueden hacer es un trabajo que demanda bastante dedicación,” dice ella.
En sus 20 años de trabajar con John Muir Charter Schools, ella ha ayudado a inmigrantes recién llegados; pandilleros, jóvenes con trastornos mentales, algunos que han estado en la cárcel, mamas solteras y estudiantes que han sido suspendidos varias veces de escuelas tradicionales.
Pero suspender a alumnos por su comportamiento nunca ha sido la solución en GEM Academy. Siendo una escuela alternativa, da la flexibilidad a Labatte de hacer ajustes a los métodos de enseñanza de acuerdo con las necesidades de cada estudiante; aparte de poder operar dentro de un centro comunitario (CCNP) donde los estudiantes reciben servicios de apoyo para conseguir servicios médicos, entrenamiento laboral, talleres informativos y de educación financiera entre otros y realizan trabajo voluntario.
Las escuelas alternativas y otras escuelas chárter con programas similares peligran ante los cambios de ley que proponen miembros de la asamblea Patrick O’Donnell, Cristina García y Kevin McCarty en California con la AB 1316. Si los cambios se aprueban, operadores como John Muir Charter Schools perderían gran parte de los fondos que utilizan en ayudar a estudiantes en riesgo pues tendrían que cambiar drásticamente la manera en que funcionan. Para más información acerca de cómo la AB 1316 afecta a todas las escuelas chárter visita ccsa.org.
Fue el acceso a una escuela pública alternativa que acercó a Mauriyer a una maestra que sacaría lo mejor de ella; no solo mejorando su desempeño académico, sino también ayudándola a reconocer su potencial. La renuente estudiante consiguió su diploma de preparatoria y fue poco después que recibió la sorpresiva llamada de su exmaestra quien vio más allá de los malos tratos y corajes que la hacía pasar. Mauriyer aplico y fue contratada.
“[Las escuelas John Muir] nos facilitan tener esa relación con nuestros alumnos donde ellos se sienten seres humanos,” cuenta Labatte. Fue así como se pudo dar cuenta de que la persona ideal para trabajar como su asistente era Mauriyer. Ella reconoció en su rebelde alumna atributos que le ayudarían en el puesto. Mauriyer era bien organizada, directa en su manera de comunicarse y además podría compartir sus experiencias e inspirar a los alumnos nuevos.Hoy Mauriyer continúa trabajando con la maestra Labatte, ha recibido un título en un colegio comunitario y sigue tomando clases para pronto graduarse de la universidad – algo que nunca se había imaginado querer hacer hasta que llego a la escuela chárter John Muir. Acerca de la maestra Labatte quien la impulso en cada desafío, Mauriyer dice: “Ella ha sido y es una de las más grandes bendiciones que yo he tenido.”