Estaba pensando en lo rápido que van nuestras historias. Érase una vez, nacimos y luego se cierra el libro de cuentos. Mamá fue una mujer increíble, fuerte, decidida, enfocada, orientada a objetivos la llamaría una leyenda de su tiempo. Comenzó una editorial con mi papá y luego la primera tienda reservada bilingüe que se dedicaba a vender los primeros libros bilingües a las escuelas, para que los maestros tuvieran la capacidad de enseñar educación bilingüe.
Estuve con ella mientras viajabamos de ciudad en ciudad,de estado en estado vendiendo libros en conferencias de maestros. Solo tenía 8 o 10 años, vendiendo libros a maestros que enseñarían a niños mucho mayores que yo. Estábamos juntos como un equipo porque yo era muy joven, y luego crecí y ella se fue. Ella desapareció en su mundo y yo me quedé solo en el mío.
Nunca volvimos a estar cerca hasta el final.
Amaba a mi mamá más que a la vida misma, ella también me amaba, pero ninguno de los dos sabía cómo expresarlo, así que seguimos presionando nuestros botones y alejándonos el uno al otro. Pero al igual que los imanes, nunca la dejaría, y ella nunca me dejaría.
Tal vez solo éramos espinas que causaban dolor en el costado del otro. Estoy tan feliz de que pudimos resolver nuestras diferencias y pudimos realmente darnos el amor que ambos necesitábamos al final. Estuve allí en su último aliento, inhala ríamos y exhala ríamos y luego le dije que se soltara, inhalara, exhalar, soltar. Te amo, nunca estarás sola, déjala ir y finalmente lo hizo y su larga y hermosa historia terminó, así como así, se fue a casa.
Todavía no he llorado. Creo que olvidé cómo hacer eso hace mucho tiempo. Perdí mis sentimientos por la vida siendo tan dura. Pero no llorar no significa que no la amaba, es porque olvidé cómo sentirme. Siempre te amaré, mamá.
Me enseñaste cómo ser mala, cómo amar sin corazón, cuidar sin sentir, cómo establecer mis metas y cómo vivir con decepción, y mucho más. Tal vez nos encontremos en el cosmos mientras oro, sigue tu viaje hasta que yo vuelva a casa.