Hace veinticinco años vine a los Estados Unidos con el sueño de trabajar y formar una familia, pero nunca he olvidado de dónde vengo. Estoy orgullosa de mi herencia mexicana. Comencé mi familia temprano y me casé joven. Durante 15 años fui víctima de violencia doméstica, no sabía cómo salir ni cómo buscar ayuda. Hubo días en los que no tenía comida para alimentar a mis hijos pequeños. Aunque esos días han quedado atrás, me volví a casar con un hombre maravilloso. Esos tiempos difíciles alimentaron mi deseo de ayudar a los demás.
Soy una cuidadora por naturaleza, ha sido mi carrera formal durante 10 años. También voy a la escuela por la noche y estoy estudiando para ser asistente médico. Quiero poder ayudar a quien provea cuidado en caso de que haya una emergencia médica. Amo el trabajo que hago, ayudar a los demás me da mucho gusto.
El campo en el que trabajo me ha enseñado mucho, principalmente cómo se asignan los recursos de manera desigual. Veo desigualdades y falta de recursos distribuidos a comunidades desatendidas. Conecto esto con racismo y me molesta. Creo que todos merecen los mismos recursos, además de ser tratados con dignidad y respeto. Lamentablemente, no todo el mundo se siente así. También veo que muchas personas que migran aquí no saben cómo acceder a los recursos u obtener ayuda cuando tienen dificultades. Me recuerda cuando vine a este país y no tuve ayuda.
Hace cuatro años comencé a trabajar como cuidadora de un niño autista que tenía siete años. Lo llamé mi angelito; nos enseñamos mucho el uno al otro. Cuando lo conocí, usaba pañales y tenía dificultades para interactuar con los demás. Pero cuando comencé a ganarme su confianza,pude enseñarle a ser más independiente. Le mostré cómo botar una pelota, jugar en el parque y hacer tantas cosas simples pero divertidas que lo hacían sonreír. Lo amaba como a una familia.
Mi trabajo era protegerlo. Recuerdo una vez que llevé a mi angelito a un brincolin y había una mujer que provocó una escena muy desagradable; ella nos humilló de la manera más terrible. Recuerdo abrazarlo y hablar con el gerente. Afortunadamente tenían cámaras y el gerente asumió la responsabilidad de escoltar a esa horrible mujer. Esa es solo una de las experiencias que he tenido con personas ignorantes que no respetan a las personas con necesidades especiales.
Cuando encontré a Yo Soy Tu Voz, supe que pertenecía ahí. Nos oponemos a la desigualdad y el racismo, abogamos por los derechos humanos. Mi angelito y su familia regresaron a su país cuando comenzó la pandemia. Me quedé con una enorme tristeza,porque estaba apegada a mi angelito. Oro para que lo vigilen, lo cuiden y lo amen.